Xabi Alonso resquebraja al Chelsea, que sumaba 86 partidos seguidos sin perder en Stamford Bridge, y aúpa a los 'reds' al liderato
JORDI QUIXANO 27/10/2008
Un coro sensacional ha alcanzado el liderato. Con un fútbol peculiar pero automatizado, el último y mejorado modelo del Liverpool resulta irresistible, hasta el punto de batir al Chelsea en Stamford Bridge, estadio inexpugnable desde hacía 86 partidos, desde la primavera de 2004, cuando el Arsenal se coronó en la Premier -el Barça, en la Champions, le venció en 2006-. El ejercicio defensivo del Liverpool es perfecto: basculaciones compensadas, cero huecos para realizar el último pase, constantes ayudas y líneas apretujadas al máximo para restar tiempo de ejecución al rival. Pero los reds, al contrario que en cursos anteriores, cobran protagonismo en campo ajeno y definen mejor. La segunda línea tiene la culpa; y Xabi Alonso, la batuta.
CHELSEA 0 - LIVERPOOL 1
Chelsea: Cech; Bosingwa (Sinclair, m. 84), Carvalho, Terry, Ashley Cole; Obi Mikel; Kalou (Belletti, m. 57), Deco, Lampard, Malouda (Di Santo, m. 57); y Anelka. No utilizados: Cudicini; Ferreira, Ivanovic y Alex.
Liverpool: Reina; Arbeloa, Carragher, Agger, F. Aurelio; Alonso, Mascherano; Kuyt (Lucas, m. 87), Gerrard, Riera (Hyypia, m. 89); y Keane (Babel, m. 59). No utilizados: Cavalieri; Benayoun, Dossena y Pennant.
Gol: 0-1. M. 10. Xabi Alonso recoge un rechace en la frontal del área y define con la zurda.
Árbitro: Howard Webb. Mostró la cartulina amarilla a Riera, Gerrard, Mascherano, Malouda, Ashley Cole y Deco.
Unos 35.000 espectadores en Stamford Bridge.
La sensación de la Premier este año era el Chelsea. Doblegaba a los rivales con insultante facilidad y pisaba el área contraria a su antojo. La clave era Deco, que otorgó al equipo el primer toque -quizá reminiscencia de su paso por el Barça-, algo de lo que carecen Ballack, Makelele y Obi Mikel, carrocerías de amplio despliegue, pero necesitados de un control para pasar. Lampard, más dotado técnicamente, no mezclaba con soltura por falta de apoyos y se especializó en las llegadas desde la segunda línea y en engatillar desde la frontal. Con Deco todo cambió. Hasta que se toparon con los reds.
Terrorífica en la misma medida que pragmática, la medular del Liverpool cumple con precisión los dos cometidos básicos del fútbol: atacar y defender. De romper el ritmo rival se encarga el medio centro Mascherano, que exige al adversario tocar de primeras para evitar la patada o el robo del balón. Con unas piernas brutales que aguantan tantos kilómetros como moratones, Mascherano es el capataz de las demoliciones, el fiel escudero del otro eje: Xabi Alonso. Destila el español un fútbol de claqué, especializado en guardar la pelota y entregarla -en corto y largo- donde se descongestiona el campo. No la pierde y la juega de maravilla. Y, como ayer, pisa el área cuando el equipo aprieta. Así, un saque de banda mal contrarrestado por el Chelsea acabó en un balón muerto en la frontal. Alonso remachó con la zurda y, tras tocar en Ashley Cole, la pelota resquebrajó la cadera de Cech y la fortaleza de Stamford Bridge. La excelente medular la completa Gerrard, quien prueba los disparos a media distancia y reluce con el último pase -se echó de menos a Torres, lesionado. El Chelsea tuvo más el cuero, pero lo mareó atrás y nunca conectó con Deco o Lampard, desactivados por completo.
Durante todo el curso pasado, el Liverpool fue incapaz de ganar a los grandes (Manchester, Arsenal o Chelsea). En éste, ya batió al United en Anfield y ayer al Chelsea, equipo de mal perder, con las entradas a destiempo de Ashley Cole, los codazos de Terry y las patadas de Mikel. No elabora mucho el Liverpool las jugadas. Pero ha pulido defectos como perder balones atrás o no desestabilizar desde las bandas, donde Riera brilla por la izquierda. Un Liverpool de aplauso, líder en solitario.