Lo mejor está por llegar

Mi foto
Analista Deportivo en Medios de Comunicación. Profesor de la Real Federación Andaluza de Fútbol. Analista Deportivo en Real Betis. Asesor Deportivo. Escritor del primer libro internacional sobre "Scouting Deportivo : Metogología, Scouting y Coaching" obra considerada el comienzo de la revolución del analista y del análisis como herramientas imprescindibles para profesionalizar el fútbol modesto. Colaboro con revistas especializadas, programas de radio... Para potenciar el #NetworkingSD fundé La Tertulia 10.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Guardiola, la leyenda

Guardiola, la leyenda


Ganarlo todo: un sueño. Ganarlo todo con el club al que amas desde que eres un niño: un sueño doble. Ganarlo todo con el club al que amas desde que eres un niño siendo su máximo responsable técnico, el autor que firma el proyecto: un sueño triple e insuperable. Pep Guardiola ha logrado en un año y medio como entrenador en el fútbol de primer nivel lo que nadie ha conseguido en extensísimas carreras. Es un superdotado, la respuesta a la aplicación de la inteligencia superior al fútbol. Un valiente que se atrevió a apostar de entrada por dos jugadores de tercera división pese al enorme salto que hay entre una categoría y otra. Perdió en Soria y empató en casa ante el Rácing, lo tacharon de iluminado y no se echó para atrás. Perseveró, confió en sus ideas, nunca dudó. Y no es casual que su camino hacia las seis copas esté repleto de remontadas en partidos clave: el 2-6, la final de Copa, Stamford Bridge, Abu Dhabi... Sólo tendrás fortuna si nunca te rindes. Sólo serás una leyenda si consigues lo más difícil: creer en ti sin creerte nada. Poseer seguridad sin convertirla en prepotencia. Conjugar confianza y humildad. Fe en los compañeros y respeto al rival. Competitividad máxima y deportividad impoluta. Y la gran clave: impermeabilidad ante el elogio, una lucha feroz contra la complacencia. Leer artículos beatificantes y levantarse pronto de nuevo la mañana siguiente porque queda mucho por hacer. Renunciar a los homenajes porque hay un rival que estudiar y una hora de viaje es una hora que no se invierte en conocer los puntos débiles que te harán ganar. Olvidarse de la victoria de ayer para volver a desear la victoria de mañana con la misma sed, pero sin olvidar que todo lo que se hizo bien ayer te hará fuerte para mañana. Y tantas cosas.



Nunca he sido hincha del Barça y probablemente nunca lo seré, porque estas cosas no se cambian de la noche a la mañana. Pero nunca he estado tan cerca de apreciar toda la filosofía del club, todo su buen gusto, todas sus virtudes, como en esta época de Guardiola. Crecí con el dream team de Cruyff en todas partes a mi alrededor, sufrí al conjunto de Rijkaard ganándole al Arsenal de mi admirado Wenger en la primera final de Champions a la que acudí como periodista. Creaciones maravillosas, pero lejos de la perfección de esta. Tantos ejemplos de obras de arte: contra el Lyon, contra el Bayern, contra el Manchester United. Parecieron equipitos. Y eran equipazos. Y se dirá que si Iniesta no la manda a la escuadra no hubieran sido seis, sino tres. Y será verdad. Y hoy probablemente yo no estaría escribiendo esto. Y es así, y es lamentable que sea así. Elogiamos a este Barça por sus resultados, pero deberíamos ser capaces de elogiarlo también por su ideario, más allá de que un balón concreto entre o no. Me hice la promesa, mientras ganaba Estudiantes 1-0, de homenajear a este equipo maravilloso de Guardiola aunque terminara perdiendo en Abu Dhabi. Al final ganó y todo parece tener más sentido. Y lo tiene, claro, porque se juega para ganar. Otra gran virtud de Pep: pese a ser tan purista en el estilo como los más puristas, siempre ha sabido a diferencia de algunos de ellos que la esencia de la competición es la victoria. Cuando se pierde, si se ha hecho bien, se acepta. Y no se destroza nada, se acepta. Si se gana, se disfruta. Se disfruta, se llora, se vuelve uno loco y piensa en su infancia y en sus amigos y en su familia y en todo lo que quiere en el mundo. Como hoy.



Y sí, la derrota estuvo tan cerca. Sabella se reveló como un estratega fantástico. Fue asombroso presenciar el dispositivo táctico de Estudiantes. Cómo cuando un lateral subía a juntarse con los centrocampistas, el otro se quedaba en el fondo y se dibujaba una perfecta línea de cuatro. Cómo todo el conjunto basculaba, iba y volvía, ahogaba y desgastaba. Cómo por momentos conseguía hacer realidad el objetivo siempre que se juega ante el conjunto del toque trascendente: hacer que su toque sea intrascendente. Le salió todo bien: Boselli, ese rematador espectacular al que no asustan las finales -más bien al contrario, se crece-, ganó un cabezazo bárbaro, uno más. Le pregunté al Lobo Carrasco por este punta al que él entrenó en el Málaga B y me contestó que, siendo muy diferente, le hacía pensar en Santillana. Me pareció una osadía, pero Mauro demostró en Abu Dhabi que puede ser un atacante de enorme futuro. Volverá a Europa, seguro. Por momentos recibimos la necesaria cura de humildad. Somos unos necios despreciando el fútbol latinoamericano, dedicándole tan poca atención, y yo el primero. Tantos talentos que se van y aún así siguen peleando y poniendo en las máximas dificultades a los equipos que en Europa nos parecen imbatibles. Estuvo tan cerca Verón de emular a su padre... Pero un partido es eterno, y más cuando has corrido tanto, y más cuando juegas ante el Barça. Es tan fácil que llegue el error, que alguien se duerma en la marca, que un lateral no regrese... Sucedió. Sucedió y luego vimos a Guardiola llorar. Sucedió y empezamos a darnos cuenta de que hemos asistido desde el principio a la creación de una leyenda.


Planeta Axel.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Los mejores jugadores españoles

Iniesta y Xavi, judaros del Barça"Guardiola nos dio lo que nos faltaba: orden y disciplina"

Socios en el campo y amigos fuera de él, forman la mejor pareja de medios del mundo. Xavi (Terrasa, Barcelona; 29 años) e Iniesta (Fuentealbilla, Albacete; 25) conversaron para EL PAÍS a dos días de que el Barça busque el más difícil todavía: su sexto título del año.

LUIS MARTÍN / RAMON BESA - Abu Dabi - 18/12/2009
Hace tres años, Xavi Hernández y Andrés Iniesta reflexionaron sobre el estilo del Barcelona tras perder ante el São Paulo (1-2), en Yokohama, la final del Mundial de Clubes. Herederos de una forma de entender el juego que les convierte en hijos de Oriol Tort, Johan Cruyff, Carles Rexach y Pep Guardiola, los dos volantes aceptaron gustosos la idea de repetir la conversación en Abu Dabi tras la semifinal, ganada al Atlante (3-1), del torneo actual. Tenía que ser una mañana feliz por haberse pasado a la final, pero se rompió Iniesta contra el equipo mexicano. No obstante, aunque se le invitó a dejarlo estar, cumplió con la cita. Ésta es la charla de dos amigos, dos compañeros, que han compartido experiencias y complicidad en un campo de fútbol. Mañana (17.00, Telecinco), Xavi jugará su partido número 501 de azulgrana. Iniesta le empujará desde el banquillo en busca de un título que los dos perdieron en Japón en 2006, que el club no tiene y que ambos buscan contra el Estudiantes, argentino.

Xavi. Tres años, máquina. Cómo pasa el tiempo...
Iniesta. Sí; no hace tanto, pero nos han pasado tantas cosas y ha cambiado tanto la situación...
X. Tú antes eras Andresito y ahora te llaman don Andrés. Hace tres años ya eras el mejor. Has evolucionado, claro, pero mira, es lo que siempre te digo: todo pasa por ganar. Hay que ganar. No hay más. Es lo que tiene. Ahora nos miran de otra manera, pero es porque ganamos.
I. No lo dudes. Ganar te da confianza en lo que haces.
X. Cambia a los que te miran y a ti, es verdad. La confianza es muy importante.
I. En mi caso, más. Tú has jugado siempre y yo he ido entrando poco a poco. La confianza en ti, en tus compañeros, te da ese plus. Ahora ya nadie dice que no podemos jugar juntos.
X. Pero teníamos claro que era una tontería enorme. Desde que llegaste al primer equipo, lo dije: no éramos cromos repetidos como pensaba mucha gente.
I. Era un debate más externo, porque con [Frank] Rijkaard jugábamos muchos ratos los dos cuando subí al primer equipo y en la selección española casi siempre nos ponían...
X. Eso lo tuvo Luis [Aragonés] claro desde el principio. A mí ya me pasó con Pep [Guardiola], que trataron de enfrentarnos. No quería que te pasara a ti.
I. Somos diferentes. ¡Ya me gustaría jugar como tú!
X. ¡Qué va, máquina! Tú tienes un reprise, un desborde impresionante, que yo no tengo. A mí no me sale un regate hace 10 años. Hay gente que dice: "¡Hostia, cómo ha mejorado Iniesta!". Pero yo siempre te he visto igual. No creo que en estos últimos tres años hayas aprendido nada. Sí, has ido a más o ya te habrían dado el pasaporte. Pero tienes un talento especial desde los 15 años.
I. Sí, pero tú sabes que la confianza te da mucho. Mira Busi [Busquets] o Pedrito. Si notas que el entrenador cree en ti, te atreves a más. No sé..., es difícil de explicar.
X. Eso es verdad. Pero, si miras los últimos tres años, creo que ha cambiado más el equipo que nosotros. Yo, al menos, tengo esa sensación. Sobre todo, lo que ha cambiado es que tenemos a Messi, que se ha convertido en el mejor jugador del mundo.
I. De largo. Pero yo creo que él también tiene muy claro que, al final, no somos importantes individualmente. Somos lo que es el equipo. Y es el equipo el que te exige ser mejor cada día. Es eso de llegar o mantenerse, que es lo más difícil. Cada vez hay que ser mejor para sobrevivir y tú eres un ejemplo. Cada vez juegas mejor.
X. Eso siempre lo he dicho: o te espabilas y te superas o te comen el sitio y viene otro más guapo y con más melena, más mediático o no, pero te quedas sin sitio. El equipo cada vez es mejor y si tú no estás al nivel... A mí estuvieron a punto de venderme hace tres años y ahora ya ves...
I. Pero nadie te ha regalado nada. Llevas 500 partidos, ¿no? Eso es fuerte.
X. Hombre, es un orgullo. Pero esto pasa en todos los sitios. Si tú no escribes bien y no te lo curras, ficharán a otro.
I. Es que debe ser así. Si no lo afrontamos, estaríamos en el Albacete. No es fácil mantenerte tanto tiempo en un club como el Barça. Por eso lo tuyo es un ejemplo. Ver lo que tú has conseguido motiva. Para la gente que hemos salido de aquí, que sabemos que de fuera siempre va a venir lo mejor, verte a ti nos demuestra que si te lo trabajas... No es fácil salir de la cantera y llevar tantos años.
X. Pero no cuesta encontrar motivación. Si no estás motivado para jugar en el Barça, vete a casa. Has de estar al nivel porque, como bien dices, de fuera vienen los mejores.
I. Es que es fácil caer en la tentación de pensar que lo mejor siempre está fuera. Afortunadamente, creo que lo hemos revertido. Hemos demostrado que con nuestra manera de hacer, con un estilo muy personal, se pueden lograr cosas tan increíbles como ganar un triplete, ¿no?
X. Es que los catalanes a veces parecemos tontos: siempre pensamos que lo mejor viene de fuera. Desde que tengo conciencia, escucho: "¡Huy, en Inglaterra! ¡Mira aquél, mira al italiano!"... Y luego resulta que llega el mister y ya ves. Pep lo ha demostrado. Claro, si hubiera salido mal...
I. Imagínate, no había empezado a entrenarnos y ya generaba dudas. En cambio, si hubieran fichado a uno de fuera, seguro que nadie habría dudado.
X. Sí, pero volvemos a lo de antes. Pep le ha dado la vuelta a la tortilla ganando. Ahora resulta que es el mejor del mundo. Pero, claro, lo es gracias a haber ganado.
I. Si llegamos a perder el día del Sporting, habría hecho historia, pero negativa porque habríamos sido los últimos.
X. [Risas] Ya veo el titular: "El Barça de Guardiola, colista".
I. ¡Vaya semana!
EL PAÍS. Usted, Iniesta, entró en su despacho para decirle que estuviera tranquilo, que creía en aquello.
I. Bueno, es que veníamos de perder con el Numancia y empatamos contra el Racing. Pero nosotros creíamos en lo que estábamos haciendo, creíamos en él, y quise que lo supiera.
X. Es que necesitábamos justo lo que nos dio. Con su llegada hubo un antes y un después.
I. Sí, ha cambiado muchas cosas. Desde detalles como lo de comer juntos, los viajes..., hasta puntos más importantes, más de concepto de grupo... La verdad, estábamos por los suelos. Teníamos que levantarnos como fuera y bastó con hacer las cosas bien. Y ese cambio nos ha traído otra vez a la final. En eso, si hay un culpable es el mister.
X. Bueno, eso y tu gol en Londres [ante el Chelsea, en las semifinales de la Liga de Campeones]. Me acuerdo que también se decía que no metías goles. ¡Menos mal! ¡Desde que juego en el Barça, es el mejor gol, el que más he celebrado! [risas].
I. Hemos cerrado muchas bocas, pero yo no juego para eso. Un día hay una persona que dice una cosa y al siguiente, según vaya, te dice lo contrario. No es que no pensemos en lo de fuera, pero, si le haces mucho caso, te vuelves loco. Jugamos para ganar, para disfrutar.
X. Yo creo que a veces la critica estúpida, la que no sabe ni de lo que habla, pero habla, y hace daño... Eso nos ayuda a ser mejores, ¿no?
I. Sí; en parte, sí.
X. Que no podemos jugar juntos, pues... juntos; que no metemos goles, pues... toma gol. A mí, personalmente, me ayuda. Pienso: "Cagondeu', os vais a enterar". Y es verdad: no juegas para cerrar bocas, pero a mí me sale la mala hostia y digo: "¿Que no? Pues... veréis". Ver injusticias me hace estar más despierto.
I. A mí me pasa un poco así. Tú ves las cosas y, a veces, ves que son injustas e injustificadas. Tú sabes si has jugado mal o bien. No es eso..., pero forma parte del juego. Estáis [los periodistas] todo el día poniendo pimienta para que la noticia sea más suculenta. Y quizá lo que pasa es que no hay noticia, sino mucha pimienta.
X. Sí, a mí las criticas injustas me han ayudado mucho a pelear más.
I. Pues ahora debes estar en tregua porque ya no te discute nadie.
X. No puedes bajar la guardia, que hay gente con la escopeta cargada [se ríen los dos]. Pero te aseguro una cosa: no sé hacer más, estoy a full. Más no sé, te lo juro.
I. Calla, que vendrá el mister y nos dirá que no, que podemos hacerlo mejor [risas]. Yo he notado mucho la llegada de Guardiola en ese sentido. Como nos entiende y nos cuida, nos ayuda a dar más.
X. Reconozco que a mí me ha venido de fábula que llegara Pep. Igual que te digo una cosa te digo la otra. Sin él igual ya no estaba aquí. Necesitábamos a alguien que pusiera disciplina, orden... Muchas veces pienso que si hemos vuelto a ganar ha sido gracias a Pep, que ha puesto las cosas en su sitio y sabe latín. Lo tiene todo controlado y, como lo ha vivido antes que tú, ya sabe de qué va esto. Yo tengo la ventaja de que no le tengo que demostrar nada porque me conoce de sobra. Hemos compartido vestuario.
I. Me acuerdo de que, cuando subí al primer equipo, me hablaba y ni le miraba. Me generaba una sensación muy extraña que él, Guardiola, me tratara tan bien. Me daba como vergüenza. Tenía 16 años. Cuando entré... Estaba acomplejado. Era espectacular estar con ellos...
X. Yo me acuerdo de que no me atrevía a pedírsela al maestro.
EP. ¿A Figo?
X. Sí, yo siempre le llamo maestro.
I. Ya, te entiendo. Pero ahora me siento muy a gusto con Pep.
X. Porque hay orden. En un colectivo tiene que haber orden y disciplina porque hay gente muy responsable y gente no tan responsable. Y, entonces, cuando no notas que hay alguien que no te perdona que se te vaya la olla, es fácil pensar: me apalanco porque como soy el mejor... Y entonces hay rifirrafes: uno llega a la hora y el otro diez minutos tarde y riéndose... Y eso crea mal ambiente. Y eso pasaba. Ahora, no; ahora somos todos iguales.
I. Sí, pero también porque más que nunca defendemos una manera de entender el fútbol. En lo referente al vestuario, he oído que han cambiado los líderes en el vestuario. ¿Qué líderes? A mí nadie me ha dicho lo que tengo que hacer o no. Igual la gente se cree que estamos todo el día reunidos. Nunca hubo un líder. Se hace lo que dice el entrenador.
X. Igual habríamos necesitado alguna reunión, ¿eh? Había cierto lío [se ríen]. Ahora estoy disfrutando mucho. Yo agradezco mucho el orden, que las cosas se hagan de una determinada manera, todos a una.
I. De esa situación hemos pasado página, pero es importante saber que hay dos maneras de hacer las cosas: bien y mal. Y no digo que lo hiciéramos mal, pero...
X. Pero tampoco muy bien... Y eso ha cambiado. Ahora somos una referencia mundial por nuestro estilo, que es único por muchas cosas. El otro día me dijo Crosas que su entrenador en el Celtic nos pone de ejemplo. Eso me llena de orgullo. Y con gente de lo más normal, porque miras en el vestuario y hasta Messi, Ibra o Henry, que tienen una dimensión mediática enorme, son gente de lo más normal.
I. O tú, que también eres mediático [risas]. La verdad es que Pep nos ha dado argumentos para confiar en lo que somos, en lo que sabemos hacer, en nuestra manera de hacer las cosas. Igual por eso estamos aquí tres años después dispuestos a ganar otro título. Perdimos la oportunidad de ser campeones del mundo en Japón y quién sabe si aquello nos fue bien.
X. Yo lo tengo claro: si hay que buscar un culpable de lo bien que lo pasamos jugando y de todo lo que hemos ganado este año, la culpa es de Guardiola. ¡Y pensar que hace tres años creíamos que no volveríamos a tener esta oportunidad! Entre la derrota y que no jugué, me llevé un disgusto enorme. Con lo que cuesta llegar, pensaba que no volvería nunca. Me enfadé mucho y hablé con el mister [Rijkaard].
I. ¿Y qué te dijo?
X. ¿Qué me dijo? ¡Nada! ¡Qué me iba a decir!... Que me entendía. Es que me llamó antes de la semifinal y me dijo que confiaba mucho en mí. Me dejó en el banquillo y pensé "bueno, jugaré la final", y me volvió a dejar en el banquillo. Salí por Motta. Tú jugaste los dos partidos.
I. Sí, pero me parece que esta vez no juego...
X. Perdemos mucho. Es una faena enorme coger la pelota, levantar la cabeza y no verte. Yo creo que tenemos algo especial. Por ejemplo, en el gol del Chelsea.
I. Pues me parece que esto pinta mal. Yo quiero jugar, pero... A ver qué dice la prueba [la ecografía, que se le practicó por la tarde, le descartó para el partido de mañana: sufre una rotura en la fascia del recto anterior de la pierna izquierda y estará 15 días de baja]. Lo importante es que sabemos que no va a ser fácil y que todavía no hemos ganado nada. A lo peor, en Japón, el fallo fue creernos que, ganando la semifinal por 4-0 y jugando bien, íbamos a vencer tranquilamente. No vamos a caer en ese error, seguro.
X. Para nada. ¡Con lo que nos costó dar la vuelta al marcador contra los mexicanos! Imagínate que eso nos pasa con los argentinos... La llevamos clara. Quien marca primero en una final tiene mucho ganado.
I. Son equipos que marcan el ritmo de manera brutal. Pero para eso estás tú. Tenemos que ser los dueños de la pelota más que nunca.
X. Si les dejamos una opción, estamos perdidos. Son guerreros, pero saben cuidar la pelota. Son complicados, pero no tenemos otra salida que no sea ir a por ellos.
I. En vuestras manos estamos. Ganar..., como sea, pero ganar.
X. Como sea, no. Como sabemos. Con nuestro estilo. Porque, si no, la llevamos clara.

jueves, 17 de diciembre de 2009

LOS SUPLENTES

Dudek, portero suplente del Real Madrid

"Para ser suplente hay que prepararse mentalmente"

Dudek, diez partidos en tres años con el Madrid, reflexiona sobre su rol secundario mientras lee libros de psicología para mantenerse concentrado

ELEONORA GIOVIO - Madrid - 17/12/2009

Con 18 años Iker Casillas debutaba en San Mamés con el primer equipo del Real Madrid. Con 18 años Jerzy Dudek se dividía entre la escuela, el trabajo junto a su padre en una de las 120 minas de carbón de Knurow, su ciudad natal, y el fútbol en la calle. "Sí he pensado muchas veces en que con 18 años Iker ya estaba en el primer equipo y yo estaba a punto de fichar como cuarto portero de un club de Tercera. La diferencia es el fútbol", asegura el meta polaco del Madrid.

Y matiza: "En España el fútbol también es cantera, sirve para formar talentos. En Polonia el fútbol es un trabajo más. Es decir, combinas las dos cosas: cuando fiché por el equipo de mi ciudad entrábamos a las 8 de la mañana y hasta las 12 no nos entrenábamos", cuenta. ¿Y entonces? "Pues de 8 a 12 era trabajo: hacíamos de todo, desde la jardinería, pasando por el mantenimiento de las instalaciones y terminando con la limpieza de los vestuarios", explica. Luego, de 12 a 14 sí había sesión de entrenamiento.

Dudek llegó tarde al fútbol profesional. Pero dice que ayudar a su padre en la mina y juguetear en la calle lo compensó. "Creo que la mía fue la última generación de futbolistas que se crió en la calle. Mi sueño era ser futbolista pero siempre pensé que no estaba preparado para eso", dice. Dudek hoy tiene 36 años, llegó al Madrid en el verano de 2007 -y después de haber ganado, parando dos penaltis, una Champions con el Liverpool- y está condenado a la suplencia.

Asegura que sabe a lo que venía, pero que no se esperaba jugar tan poco. La primera temporada disputó cinco partidos, el año pasado tres y éste dos. Es decir, 10 en tres años. "No era lo que yo había calculado, pensaba que iba a jugar más, pero... Te aburres y no es fácil, pero piensas que la temporada siguiente va a ser mejor...", asume.

No es el caso. La de este año, por ejemplo, para él ya se ha acabado. Terminó el 10 de noviembre contra el Alcorcón y la eliminación del Madrid de la Copa, la única competición a la que se agarraba Dudek. ¿Y ahora qué? ¿Qué hará de aquí hasta final de temporada? Cuando se le pregunta si rezará para que Casillas se coja una gripe, se limita a sonreír. "Puede parecer que no, pero yo sigo disfrutando del fútbol, me gusta entrenarme.

Me encuentro ágil todavía, mi cuerpo responde y me respeta. Lo que sí hago todos los días cuando termina el entrenamiento es pasarme por el gimnasio. Necesito hacer más para irme satisfecho a casa", confiesa. Esa rutina, la del suplente, en el mejor de los casos acabaría con la paciencia de cualquiera y en el peor provocaría algún que otro sentido de inferioridad. A Dudek no. "Soy portero y los porteros somos distintos. Además yo lo vivo como un proceso más de aprendizaje: he vivido en Holanda, Inglaterra y ahora aquí. Es otra forma más para crecer y educarte. El fútbol de aquí no tiene nada que ver con Inglaterra: en dos años y medio he cambiado a tres técnicos y dos presidentes... Me fascinan los mecanismos de un club y del fútbol fuera del campo", asegura.
"Yo sabía a lo que venía. El Madrid buscaba un portero suplente.

Eso no quiere decir que haya venido aquí de vacaciones", matiza al tiempo que recuerda las palabras de su consejero Leo Beenhakker. "Me llamó y me dijo que no me lo pensara dos veces, que me fuera al Madrid. Pero que de descansar nada, que me habrían necesitado algún día y ese día tenía que estar listo mental y físicamente". Esa es, precisamente, una de las tareas a las que se enfrenta a diario Dudek. "Para mí siempre es lunes porque al no vivir los partidos no tengo la sensación de los sábados y de los domingos.

La competición a mí me la dan únicamente las concentraciones con el equipo.", explica. "Para eso, para asumir una suplencia, hay que prepararse mentalmente. Mi fuerza es el trabajo. Talento tenemos todos, pero para ser futbolista profesional hay que tener un plus. A mí ese plus me lo da el esfuerzo diario", comenta antes de desvelar su secreto: "Para mantenerme concentrado en la competición pues leo libros de psicología deportiva y no deportiva".

Y luego, una vez en casa, disfruta de la familia. "Por las tardes pongo música polaca en casa y canto y bailo con mis hijas pequeñas. Ellas también me ayudan a mantenerme joven", dice antes de enfundarse un forro polar rojo y marcharse a su casa. ¿Pero usted es mejor que Casillas? "En algunas cosas...", se despide sin querer decir cuáles. "Eso sí, me gustaría tener su personalidad".

martes, 15 de diciembre de 2009

LA IMPORTANCIA DEl CUERPO TÉCNICO

"Somos mejor equipo que hace un año"

RAMON BESA / LUIS MARTÍN - Abu Dabi - 15/12/2009
Tito Vilanova 
Cuando se sentó en el banquillo del Barcelona B, Pep Guardiola llamó a Tito Vilanova (Bescanó, Girona; 1969) porque conocía de su gusto futbolístico y su sinceridad y durante casi 30 años habían mantenido la amistad que surgió en La Masía, donde crecieron mientras se formaban como futbolistas y personas.

Juntos han ganado seis títulos, contando el de hace año y medio con el filial en Tercera. Nunca reclamó focos, pero Vilanova ha tenido tanta influencia en los títulos de este inolvidable Barça que conviene escucharle. Ante el Mundial de Clubes, su discurso invita a pensar que Guardiola tampoco se equivocó al escoger compañero.

Pregunta. ¿Es el cansancio el mayor rival del Barça en este Mundial de Clubes?

Respuesta. Cuando vimos el calendario, pensamos: a ver si tenemos cuatro o cinco partidos buenos y en Kiev descansamos. Pues... no. Para nada queríamos tener que jugarnos la clasificación en la nieve y nos la jugamos ante el Dinamo. Habríamos planteado las cosas de modo diferente, dado más minutos a los que menos han jugado, a los chavales..., pero no pudo ser porque el Rubin nos privó de cinco puntos.

Parece increíble, pero el equipo que salió del cuarto bombo en el sorteo de la Champions le quitó cinco puntos al campeón. Así que llegamos exigidos. Los jugadores están cansados porque tres horas de cambio horario y la temperatura afectan, pero al partido contra el Atlante [mañana, en las semifinales del Mundial de Clubes] llegaremos bien. La experiencia nos dice que nos recuperamos rápido, aunque tengo claro que, si jugáramos un partido a la semana, no perderíamos nunca o costaría mucho que nos ganaran.

P. ¿Hasta qué punto hay ansiedad por no haber ganado nunca este título?
R. Nos genera ilusión. A todos. Podemos hacer seis de seis y eso no lo ha hecho nadie. Tenemos la oportunidad de ganar un título que en 110 años no se ha ganado y pasar a la historia. Además, para llegar aquí has de ganar la Champions. Sólo por eso merece la pena darle la importancia que tiene. No sabes cuándo volverás. Nos habría gustado prepararlo más, pero, es como si fuera una eliminatoria de Copa. No hay tiempo.

P. ¿Sería un fracaso volver derrotados?
R. Si das lo que tienes, no fracasas nunca aunque pierdas. No fallaremos, seguro. Siempre hay gente que no estará contenta aunque hayamos ganado cinco títulos. Pese a la apuesta de fútbol que defendemos, pese a dar entrada a la cantera... Pero es así, hay gente a la que no le basta ganar por 1-0 por bien que juegues. El problema es que no nos conformamos con ganar. Queremos más y no nos damos cuenta de que cada vez es más difícil. A veces pienso que exigimos mucho al equipo. Pero hemos crecido en la cultura del Barça y eso nos obliga a no tener excusas, a pensar siempre en hacerlo mejor, en ganar jugando bien.

P. ¿Ayuda a meter tensión el hecho de que el Atalante sea un equipo desconocido?
R. El fútbol mexicano es desconocido, pero siempre que hemos jugado contra ellos no se nos ha dado fácil. A un partido puede pasar de todo. ¡Miren el Alcorcón! No saber lo que te encuentras siempre da un plus de motivación. No necesitamos mucho para motivar a la gente. Saben lo que se juegan. Si ganamos, no se puede hacer un año mejor. Lo sabemos. Cuando estás en una dinámica ganadora, cuanto más la alargues mejor. Creo en el perfil de esta plantilla: es ganador y lo ha demostrado. Siempre quiere más, los de casa y los que vienen de fuera.

P. El Madrid ha mejorado, pero la sensación es que, por mucho dinero que haya invertido, no les ha atrapado futbolísticamente.
R. Cuando nosotros llegamos a un partido con toda la gente, mínimamente dosificados, y tenemos que ganar porque no hay vuelta de hoja, difícilmente nos pueden parar. Este equipo ha dado un nivel altísimo. En lo que va de temporada hemos perdido un partido y no lo merecimos. Sólo contra el Valencia tuve la sensación de que pudimos perder. En el resto, incluso en los que empatamos, fuimos superiores.

P. ¿Han evolucionado para mejorar?
R. Era fácil caer en la relajación, pero el equipo quiere seguir ganando. Eso sólo se consigue manteniendo la tensión. Partimos de la base de que nunca buscamos excusas. Es tan claro como que en este club sólo vale ganar. Si no ganas, pasan cosas. Bueno, si ganas, también, pero menos.

P. Pero este equipo rezuma fútbol, hasta el punto de que el día del Madrid, tal y como está el patio político, dentro del campo la gente se dedicó exclusivamente a lo futbolístico.
R. Igual es que la gente disfruta con este equipo. Lo de la política se usaba muchas veces para distraer lo deportivo desde un prisma interesado. En el terreno creo que fuimos superiores. Debe de ser por eso que a la gente le basta con mirar al campo.

P. Pero ¿son más fuertes o no?
R. Yo creo que sí. Se tiene el recuerdo de los últimos tres meses del curso pasado. En el verano vi la final de Copa y me quedé impresionado. Era brutal el ritmo. La gente no se acuerda de septiembre y octubre de 2008. Pero, comparando de julio a septiembre, este equipo es mejor. Tenemos más opciones y más recursos para complicar la vida a los rivales.

P. ¿Lo dice por Ibrahimovic?
R. No, lo digo por más cosas. Por Abidal, por ejemplo. Cuando digo que es más fuerte, lo digo por eso. En conceptos defensivos está impresionante, difícilmente falla. Y a nivel ofensivo, igual. A veces tengo la sensación de que la plantilla es más larga de lo que es por cómo han crecido todos, porque nos dan muchas opciones para mover piezas. No quiero entrar en comparaciones entre Eto'o e Ibra. Pero quien tenía dudas ya las puede olvidar. En el ataque y la defensa, Ibra nos da mucho. Yo no digo que sea mejor, pero contra el Chelsea le dije a Pep: "No sé cómo, pero meteremos un gol". Y lo conseguimos pese a que, con ellos atrás, no teníamos la opción de buscar remates de cabeza. Ahora, con Ibra, la tendríamos.

P. ¿Y Messi?
R. Messi sabe lo importante que es para nosotros. Cambia un partido. Siempre ha sido así, desde niño. En los partidos importantes aparece. Si no gana en un entrenamiento, se coge un cabreo terrible. ¡No me imagino qué puede pasar si perdemos una final con él! Se vio en la Supercopa, en Mónaco, en un campo horrible. Se echó el equipo encima y no paró hasta que marcamos. En los grandes momentos siempre está.

P. ¿Está para jugar?
R. Si lo está, jugará. Siempre quiere jugar. ¿Saben cuál es el problema de Messi? Quitarle a medio partido. Es mejor tenerle en el banquillo y sacarle en la segunda parte. No quiere dejar de jugar nunca. Es como si estuviera jugando en la plaza del pueblo y su madre le enviase a buscar el pan. Iría, ¡pero de mal humor!

lunes, 14 de diciembre de 2009

Compitiendo con la razón

Sky, el cielo no es el límite

Un psiquiatra enseña a los corredores del nuevo equipo británico a desconfiar de las emociones y competir fríamente

CARLOS ARRIBAS - Madrid - 14/12/2009
 
Bradley Wiggins
"Hay que desmedicalizar el ciclismo", proclama sin ironía, seriamente, el médico de un equipo ciclista. Algunos conjuntos ya han comenzado la tarea convirtiendo a los médicos, hasta hace no tanto las estrellas en la base del rendimiento, en elementos secundarios.

Su papel productivo han pasado a desempeñarlo otros profesionales también con formación científica. Son fisiólogos que planifican los entrenamientos y cuidan la alimentación, como Lim Allen, por ejemplo, el nuevo fichaje del equipo de Lance Armstrong, un preparador que trabajó en sus tiempos con Floyd Landis y que ha patentado unos magníficos pasteles de arroz basmati con nutella. Son nutricionistas directamente. Son otra cosa.

Alguno es hasta psiquiatra, como el hombre que marca la diferencia en el Sky, el equipo más diferente, un conjunto puesto en pie por Dave Brailsford, un especialista en convertir la energía potencial en energía cinética.

El Sky no es, en realidad, un equipo ciclista, sino una fábrica en la que el director de producción es un psiquiatra que dice a sus ciclistas que las pasiones les frenan, que la confianza en uno mismo sólo se puede construir dejando a un lado las emociones y confiando únicamente en la razón.

El psiquiatra, no psicólogo -la diferencia no son las pastillas que pueda recetar al parecer, sino el tipo de trabajo que hace para mejorar las conexiones productivas en el interior de las cabezas de sus chicos-, se llama Steve Peters y en la primera reunión del equipo británico, que, apoyado por el imperio Murdoch, quiere revolucionar el ciclismo y llevar a un británico a ganar el Tour de ahora a tres años, se dio el gusto de impresionar a los corredores, 26 de 13 nacionalidades, con un tratamiento de choque espectacular.

Primero les dijo que, mientras un psicólogo les enseñaría simplemente a conducir un coche, él primero abriría la tapa del motor, les mostraría cómo funciona y después les enseñaría a manejar el volante: "Así, si hay una avería, tendréis ventaja". Después les enseñó imágenes de crímenes violentos y les dijo que él había sido psiquiatra investigador que ayudaba a la policía en casos de asesinos en serie, que había trabajado con criminales y que estaba allí para ayudarles a quitarse los chimpancés de la cabeza; para, siguiendo con los símiles zoológicos, ayudarles a ser hormigas.

Todo muy lógico, muy racional. Los chimpancés, les explicó, son las pasiones, el lado irracional de vuestro cerebro, que cuando controla a la otra mitad, al lado racional, supone un freno para vuestro desarrollo. Y vuestro objetivo es ser hormigas, comportaros como robots, saber trabajar, como las hormigas, sin preocupaciones, aceptando los obstáculos sin quejas, superándolos con una actitud positiva.

Ya maravillados de antemano tras una acogida en la concentración que les hizo sentirse a todos personas únicas, especiales -si hasta les convencieron de que sus maillots se elaborarán en Italia con un tejido cuya fórmula sería secreta-, los ciclistas meditaron el mensaje difundido e intentaron asimilarlo.

Peters no es un novato en el mundo del ciclismo, en el que su forma de hacer las cosas ya ha experimentado cierto éxito. Con Bradley Wiggins, por ejemplo. Según cuenta el propio ciclista, en su transformación de un rodador culogordo, especialista contrarreloj y en los velódromos y poco más en un corredor todoterreno capaz de terminar cuarto en el último Tour, tuvo tanto que ver el nutricionista Nigel Mitchell, que le ayudó a perder ocho kilos, como el propio Peters. Ambos, Mitchell y Peters, forman con Brailsford la cúpula del Sky como la formaron también durante años en el equipo británico de pista que tantas medallas ha conseguido. Como director, Shane Sutton un ex ciclista australiano.

Junto a Wiggins, junto al noruego Boason Hagen, que dicen que es la octava maravilla del mundo, en el Sky hay un ciclista español llamado Juan Antonio Flecha, un hombre que más que un profesional es aún un soñador, un hombre de corazón. Un ciclista cuyo combustible es la pasión, el amor, por unas carreras frías, lluviosas y duras llamadas Tour de Flandes o París-Roubaix. Su evolución será la prueba del nueve para el psiquiatra. Si el trabajo de Peters bajo el capó de su cabeza consigue que la razón fría frene los ataques de emoción de Flecha, el motor de su vida ciclista, sin echar a perder el deseo, habrá que concluir que en el Sky ni siquiera el cielo es el límite.

viernes, 11 de diciembre de 2009

LA IMPORTANCIA DE SER FELIZ

REPORTAJE

El renacer de Adriano

Abatido por el alcohol, una infancia decadente y la muerte de su padre, el ariete recupera la felicidad en el Flamengo

ALEJANDRO CIRIZA - Madrid - 11/12/2009
 
Villa Cruzeiro posee un código singular. Con relativa frecuencia, un grupo de cometas pertrechadas de mala manera sobrevuelan esta favela, encaramada a lomos de una colina de Río de Janeiro en donde la violencia y el narcotráfico están a la orden del día. Pero lejos de una escena bucólica y la inocencia de un niño, el planeo de las cometas sirve para advertir a las pandillas que patrullan el barrio de una presencia amenazante o una nueva incursión policial. Porque allí, en ese espacio olvidado, los tiroteos y los ajustes de cuentas forjan el día a día de uno de los territorios más degradados de la ciudad.

Adriano se crió en Villa Cruzeiro, una de las favelas más peligrosas y violentas de Río de Janeiro
En su etapa en el Inter, gastaba 40.000 euros semanales en fiestas a orillas del lago di Como
Su adicción al alcohol y los excesos nocturnos le situaron al borde de la retirada hace un año
"Es un sueño ser campeón, pero por encima de todo, ser feliz", afirma tras coronar al Flamengo
Se ha proclamado 'pichichi' del 'Brasileirão' con 19 goles

Sin embargo, el pasado domingo el suburbio se tomó una tregua. Momentánea, de apenas unas horas, pero paz al fin y al cabo. La razón, el histórico triunfo del Flamengo, el equipo más laureado del Brasileirão, comandado por el hijo pródigo de Villa Cruzeiro, el goleador Adriano Leite. El Emperador, apodado así tras su paso por el Inter, devolvió al equipo carioca a lo más alto tras 17 años de sequía y saldó de paso una cuenta pendiente consigo mismo. "Es un sueño ser campeón, pero por encima de todo, ser feliz", relataba el delantero, fundido en un mar de lágrimas, sobre el césped del vetusto estadio Maracaná.

No le faltaban motivos a Adriano, ferviente seguidor del Flamengo desde su adolescencia y cuyo ídolo, Zico, también triunfó con la elástica rojinegra. El atacante, sumido en una profunda depresión agravada por la muerte de su padre en 2004 y su reciente divorcio, sopesó dejar el fútbol hace un año cuando todavía militaba en el Inter. "He perdido la alegría de jugar. En Italia no soy feliz. Voy a reflexionar sobre mi carrera junto a mis amigos y mis familiares", adujo entonces. "No es fácil para mí. Dejar el Inter es una opción de vida y no sé si volveré a jugar, pero si lo hago será en Brasil. Para mi club de siempre, el Flamengo".

Años atrás, Adriano se había convertido en el ídolo de la hinchada del Giuseppe Meazza y en el hijo predilecto del presidente interista, Massimo Moratti. "Es muy buen chico. No hemos hecho lo suficiente por él, pero con cariño saldrá de esta situación", afirmaba el mandatario, que de la mano de Roberto Mancini no dudó en excluirlo del equipo para la Champions en 2007. La enemistad de El Emperador con el técnico italiano y el vestuario aumentó y sus excesos, su escaso compromiso con los entrenamientos y su devoción por la noche milanesa condujeron al club a pensar en él como en una causa perdida.

Pese a todo, el Inter trató de recuperarlo. Pero Adriano, refugiado en su mansión de San Fermo della Battaglia, junto al Lago di Como, no puso freno a su erosión personal. La prensa aireó sus desenfrenos (gastaba un promedio de 40.000 euros cada fin de semana) y el futbolista protagonizó diversos incidentes como su pelea en una discoteca con Rolando Howell, jugador de baloncesto del Varese, o su puñetazo a Daniele Gastaldello, jugador del Sampdoria, en la última jornada del campeonato. No quedaba ni rastro de aquel jugador que sacudió el Calcio con unas arrancadas demoledoras, con un cañón en la pierna izquierda que permitió al Inter alzar dos Scudettos con él como estandarte.

En pleno declive, Moratti barajó traspasarlo a la Premier, pero el aterrizaje de José Mourinho en el banquillo neroazzurro fue acogido como un estímulo por el futbolista. El entrenador portugués le sentó en su despacho de la Pinettina e inició la terapia. "Con el físico que tiene sólo puede hacer grandes cosas. Sólo necesita dormir bien y vivir a base de pan y agua", recomendó el luso, que telefoneaba a diario a Adriano para conocer su situación. El intento fue baldío. Fracasó. La adicción al alcohol no cesó y el club le perdió la pista tras una de sus escapadas a Río para jugar con su selección.

Poco después se supo que El Emperador se encontraba en Villa Cruzeiro, con los suyos. Rodeado de cerveza y prostitutas, anunció que dejaba el fútbol por un tiempo. "Se puede perder al jugador, pero al hombre no", declaró resignado Mourinho. "Lo importante es que él sea feliz". Rearmado moralmente, en 2009 Adriano no dudó en aceptar la propuesta del Flamengo. Perdió peso y volvió a calzarse las botas. También regresó con Brasil, con la que aspira a ganar el Mundial de Suráfrica. De momento, el domingo conquistó la liga de su país como máximo artillero del torneo con 19 goles. Él no acudió a la gala para recibir el premio. "Mi felicidad está aquí", apuntaba desde la favela, donde festejaba el título con sus amigos y donde hoy todavía vuelan las cometas.

ARTÍCULO: El chico y su favela, por Enric González.

jueves, 10 de diciembre de 2009

FÚTBOL ITALIANO

 
 
Buffon y otros jugadores del BayernDemasiada racanería

Italia reconoce por primera vez que su fútbol está en crisis por "feo y tacaño" tras la eliminación del Juventus en la 'Champions'

ELEONORA GIOVIO - Madrid - 10/12/2009
 
"Vamos ganando por dos o tres goles a cero y el míster en el descanso viene y nos dice que hay que marcar más. En cinco años en el calcio nunca me había pasado esto", decía el lunes Zlatan Ibrahimovic. Las palabras del delantero sueco del Barcelona, ex del Juventus y del Inter, reflejan el estado del fútbol italiano. Ibra se ha dado cuenta ahora que ha salido de ese fútbol. Ciro Ferrara, técnico de la Juve, no. Y la frase que pronunció tras sufrir una de las peores derrotas del conjunto piamontés en la Liga de Campeones (1-4 frente al Bayern de Múnich) no sólo lo demuestra, sino que confirma la teoría de Ibrahimovic. "Ha quedado evidente que no sabemos gestionar el empate", dijo el ex defensa.
A la Juve le bastaba un empate para clasificarse. Trezeguet le adelantó en el marcador y el equipo se dio por satisfecho. Había hecho los deberes. El resultado final (1-4 y clasificación del Bayern para los octavos de final) y los datos, en cambio, cuentan una historia distinta. Hasta el gol del delantero francés, los bianconeri habían anotado tres tantos en cinco partidos. Sólo el Atlético y el Besiktas cuentan con un botín igual de pobre (tres en seis). Ha perdido, además, los últimos tres encuentros de la liguilla y ha encajado siete goles. Ya no queda siquiera la virtud del orden defensivo a la que agarrarse. "El calcio es un fútbol demasiado tacaño y feo como para merecernos más", indicaba ayer un análisis en La Repubblica. Y un síntoma más de esa racanería es una de las preguntas que le hicieron a Ferrara después del partido. ¿Le ha penalizado un centro del campo con demasiada fantasía y demasiado poco obrero? "No es sólo eso, sino que también hemos corrido por correr", contestó. En un sondeo de la página web de La Repubblica, un 34% culpaba precisamente al técnico por la derrota europea; mientras que un 38%, al club. Y en las páginas del diario se achacaba la derrota a errores tácticos, a la falta de personalidad y de juego. "Se ha venido abajo un proyecto entero", subrayaba el Corriere della Sera.  El club presidido por Jean Claude Blanc, un hombre que viene del tenis y del ciclismo y sin ninguna experiencia en el fútbol, se gastó este verano 50 millones de euros en fichajes: 25 para Diego y otros tantos para Melo. Fueron los más pitados el martes. La prensa acusa al club piamontés de haber apostado por un técnico sin experiencia, al estilo Guardiola [Ferrara fue jugador del Juventus y también responsable de la cantera] sin serlo ni parecérsele. Por contar con demasiados veteranos en el equipo (seis de los titulares tienen más de 30 años) y por no saber arriesgarse. La que iba a ser la temporada de la reconquista, después del infierno de Segunda, se ha convertido, en el mes de diciembre, en la temporada de la contestación. La Juve no caía eliminada en la fase de grupos desde el año 2000. Y mientras, el fútbol italiano sigue sin encontrar respuestas a sus crisis: en 15 jornadas, los clubes de Primera han despedido ya a nueve entrenadores, por dos en España y uno en Inglaterra.