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Analista Deportivo en Medios de Comunicación. Profesor de la Real Federación Andaluza de Fútbol. Analista Deportivo en Real Betis. Asesor Deportivo. Escritor del primer libro internacional sobre "Scouting Deportivo : Metogología, Scouting y Coaching" obra considerada el comienzo de la revolución del analista y del análisis como herramientas imprescindibles para profesionalizar el fútbol modesto. Colaboro con revistas especializadas, programas de radio... Para potenciar el #NetworkingSD fundé La Tertulia 10.

domingo, 22 de agosto de 2010

José Mourinho

 'En el fútbol lo arriesgo todo. En lo personal, riesgo cero'

JUAN CRUZ 22/08/2010
 
El nuevo entrenador del Real Madrid lanza su desafío contra el mejor equipo del mundo, el Barça, en la Liga más apasionante, que comienza la próxima semana. Mourinho da aquí algunas claves para entenderle en una de las poquísimas entrevistas que concede.
La gente lee ahora cualquier cosa que diga José Mourinho, portugués de Setúbal, 47 años, con el morbo que desatan los exabruptos. La gente espera de él una declaración grandilocuente, una descalificación del contrario, una explicación arrogante de sus objetivos o de sus métodos.
      Mourinho con Bobby Robson, ex entrenador del Barça
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      José Mourinho cuando trabajaba como traductor para el entonces entrenador del Barcelona, Bobby Robson- AGUSTÍ CARBONELL

       

      "Cometeré errores, pero tendré la máxima honestidad con mis jugadores"
      "Hoy el entrenador ha de saber ocuparse de la gestión de los egos"
      "Guardiola es perfecto para el Barça. Lo entiende todo, lo tiene todo"
      "Quiero ser el único en ganar las tres ligas más importantes del mundo"
      "Mi pensamiento es el fruto de la unión de la universidad y el fútbol"
      "Soy un hombre de perfil bajo. No me gusta nada la vida social. Ni la mentira"

      Aunque esa es la imagen que trasciende, ese no es ni mucho menos el único José Mourinho; ese es el traje que se le ha hecho al nuevo entrenador del Real Madrid. Se lo ha fabricado él mismo, es cierto, pero no es el único que viste. Ese traje es un pararrayos sobre el que caen los truenos que él no quiere que caigan sobre los jugadores.
      Es cierto que tiene una alta consideración de sí mismo, la máxima quizá, que su ego está al servicio de su profesión. Es cierto, y de la cabeza a los pies tiene esa vestimenta moral que le hace parecer arrogante, básicamente porque lo es.
      Pero tiene otro traje, que también es verdadero; con él apareció, a veces, en esta entrevista, y de esa conversación salí con las notas que justifican esa impresión: Mourinho no es solo el hombre del ceño fruncido, cabreado con media humanidad (la que no está con él). Es también un tipo afable, que marca bien las distancias pero que no se va del sillón cuando se cumple el tiempo (veinte minutos) que prometió para este encuentro, que duró luego algo más de tres cuartos de hora.
      Ahí sigue, pues, e incluso sonríe, o ríe, cuando al final recuerda que su último equipo, el Inter de Milán, jugó con cinco delanteros, "¡cinco delanteros!", frente al Siena, en la Liga italiana. Bromea con su barba, que, como casi siempre, lleva dos o tres días creciendo, con el rostro que le ha ido dejando la edad y con sus ojos, de los que uno de sus maestros, Bobby Robson, que le trajo de traductor al Barça en 1996, dijo que eran "los más extraordinarios" que había visto en su vida. Traductor. Luego se lo gritaron en el Camp Nou (¡traductor!) como un insulto. "Era un insulto para los traductores".
      Así que es evidente que la gente se fija más en el ceño de Mourinho que en lo que dice José Mourinho: su ceño es grave, escrutador; entra por la puerta, da la mano, despeja las dudas, sin decir una palabra, sobre el papel que tiene cada cual, y se apresta a ser preguntado. Pero lo que dice no es como su ceño. Ese del banquillo es una especie de destilación de José Mourinho, un trabajador enfrascado en el objetivo, aunque él no lo diga, de hacer feliz a su padre. Por él, José Manuel Félix Mourinho, que fue portero del Vitória de Setúbal y entrenador en Os Belenenses, lo hace todo. Por él ahora quiere ganar al frente del Madrid, igual que ganó con el Chelsea o con el Inter. No pudo ser un jugador importante, y quiere ser el entrenador más importante, el más galardonado del mundo.
      Es ambicioso, cómo no. Es muy ambicioso. Eso se le ve en el campo y se le ve en las palabras; no oculta ninguno de los objetivos ambiciosos de su vida, los va enumerando como si los tuviera incrustados en la memoria. Esa obsesión por ganar desde el banquillo lo que no pudo ganar jugando es ya, más que un objetivo, un punto de vista.
      Michael Robinson, ex futbolista, comentarista de Canal +, periodista, coincidió con él durante un mes en Yugoslavia. Y lo define así: "El tiempo en que estuve con él fue muy gratificante; me llevé la impresión de un hombre cálido, afectivo y espléndido. Según ha ido evolucionando, esas características han calado en su personalidad y ahora no solo es un gran entrenador, sino que tiene muchos registros como ser humano. Se pone un traje ante los medios, pero es un crack de la comunicación, generoso con los futbolistas; les hace saber que ellos son los que ganan y él es el que pierde, por eso le tienen adoración. Les transmite amor y respeto; es más blando que duro. Sus guerras dialécticas son momentáneas. Son pequeños instantes en una vida que inspira un especial cariño".
      Hay que llamarle para agradecérselo. Me conoce bien... Es un análisis de una persona muy inteligente o de una persona que me conoce bien. Quizá porque sea al mismo tiempo periodista y ex jugador tiene esa sensibilidad para entender el juego.
      Caramba, qué cosas le dice Robinson...

      Todo ha sido muy natural. Nací en una familia de jugador; crecí después como hijo de entrenador. Ese ha sido mi hábitat natural. Muchos años más tarde, el fútbol sigue siendo parte indisoluble de mi vida; cuando nace mi hija, yo tengo un partido, y el día que nace mi hijo tengo otro partido.
      Déjeme que empiece citándole a Ángel González, el poeta asturiano. Decía: "Para que yo me llame Ángel González, para que mi ser pese sobre el suelo...". ¿Qué ha tenido que pasar para que usted sea José Mourinho, el hombre al que conocemos hoy? ¿Cómo fueron su infancia, sus amigos, sus padres? ¿Cómo fue la vida que le condujo a amar el fútbol?

      Por supuesto. Es mi vida. El fútbol... Mi padre se casó con una profesora de portugués. Esa combinación me hizo amar el fútbol por una parte, pero al mismo tiempo la presencia de mi madre, su actividad, me influyó para tener un poco de control de esa pasión y mantener una motivación cultural y académica [Mourinho relata su vida como si estuviera presentando un currículo que va viendo en un teleprompter]. De joven, cuando tenía 17 años, apareció una novia en mi vida, una chica de 15 o 16 años que ahora es mi mujer; ella también tiene formación universitaria, de filosofía, yo estudié educación física. Por tanto, la formación de mi pensamiento es el fruto de la unión de dos áreas que algunos creen incompatibles, la universidad y el fútbol. Cuando entro en la universidad tengo tantas obligaciones que la presión de hacer las cosas bien, de acabar la licenciatura, cambia mi propio modo de ser: ya no quiero ser aquel niño que pensaba jugar a un alto nivel al fútbol y sé que soy un joven que jamás podría ser un crack como había soñado; me doy cuenta de que podría ser tan solo un jugador como tantos otros que aman el fútbol, pero que jamás podría estar en el top. Es entonces cuando advierto que he de ver la vida desde la perspectiva de alguien que tiene una tendencia natural para liderar, para estudiar, para entender más los aspectos científicos de las cosas... Después, poco a poco llegaron las oportunidades. Tuve la suerte de trabajar con Bobby Robson, quien me lleva al Barcelona, un gran club mundial. Luego tuve la suerte de trabajar con Louis van Gaal, muy diferente de Bobby, muy metódico, muy organizado, con gran criterio. A lo que hay que añadir la fortuna, la gran fortuna, de trabajar con grandísimos jugadores. Y el momento de la verdad llegó cuando inicio en Portugal mi carrera como primer entrenador, en el año 2000. A partir de ahí, en 10 años, todo ha sido explosivo, muy rápido. Explosivo, digo, porque ha sido en un corto espacio de tiempo, pero ha habido un largo recorrido hasta llegar aquí.
      Y usted fue a los dos partidos.

      Una gran autoestima, sin duda. No mueve apenas las manos. Una la tiene, invariable, sobre la rodilla izquierda, y la otra sube y baja como si manejara la batuta de los años. Al contar su vida, de todos modos, es cuando más se distendió el ceño de Mourinho, como si hablando de sí mismo estuviera visitando a un viejo amigo.
      Es un gran elogio. Pero lo que yo les digo a los que ahora trabajan para mí es que es importante ver bien, pero aún más importante es que la información llegue muy bien a quien tiene que recibirla. Y es más importante la calidad de la información que nos llega que la calidad de lo que vemos. Es lo que intento enseñar a los que trabajan para mí. Tienes que leer, pero tienes que hacer que los demás entiendan perfectamente lo que tú has leído. Un aspecto que mi experiencia me ha hecho entender es que cuando no eres el primer entrenador puedes tener capacidad de observación y de análisis. Pero cuando ya eres el máximo responsable, en el momento de la verdad, la que vale es la capacidad que tienes para seguir leyendo, analizando y decidiendo bajo presión. Eso que ahora científicamente se llama "inteligencia emocional". Una cosa es un asistente que está en la tribuna o en la grada, un profesional que está delante del ordenador o del televisor viendo una, dos, diez veces un partido, y otra cosa es la tensión altísima de los noventa minutos de un partido que no puedes parar, en el que no puedes decir: "Oiga, espere, que tengo que pensar. Rebobina, que tengo que verlo otra vez". La capacidad de hacer una lectura bajo esta presión es un aspecto muy importante de los entrenadores. El mundo del partido es totalmente distinto, completamente aislado del resto.
      Ya que ha mencionado a Robson. Dijo de usted, de su trabajo como ayudante suyo, que tenía "el par de ojos más extraordinario que había conocido nunca".

      La honestidad. Lo más importante de un entrenador, y quizá de un hombre. Porque cuando mi padre me lo enseñó, siendo yo un niño, él ni soñaba con que yo pudiera ser entrenador de fútbol. Para ser un hombre y para traspasarlo al fútbol, para ser un líder, porque un entrenador es un líder, me parece que la honestidad es lo más importante. Mi padre es para mí un ejemplo. Cometeré errores en mis decisiones, en los análisis, pero guardaré el máximo de honestidad con mis jugadores. Nunca les llegará una decisión o crítica mía por boca de otra persona. La experiencia me lo dice. Siempre he tenido una relación absolutamente fantástica con mis grupos de trabajo y me parece que la culpa de esta relación es esa honestidad que mantengo con los jugadores. Una de las cosas que quiero explicarles es precisamente esto, que quiero tener una relación muy grata, muy honesta, y bilateral: yo contigo y tú conmigo. No quiero intermediarios. No quiero que un jugador declare a la prensa que le gustaría saber por qué no juega: que me lo pregunte a mí. Tampoco quiero decirle a la prensa por qué razón ese futbolista no juega; se lo diré a él. Para mí, la relación directa, honesta, mirándonos a los ojos, es lo más importante. Tendremos momentos negativos, como es obvio, porque un jugador es un animal muy especial -lo digo con todo el cariño, no en sentido crítico-, y una de las características de este animal es que si no juega no es feliz. Por eso siempre llegan momentos difíciles, pero la dificultad es menor si tienes una relación honesta y directa. No soy un entrenador que explique todos los días a los jugadores sus decisiones. No lo explico, pero siempre tengo una o más razones para tomar esa decisión. Si la quieren saber, es muy fácil: la puerta de mi oficina estará siempre abierta para explicársela.
      Lo primero que habrá visto es a su padre dirigiendo. ¿Qué aprendió de él?

      Ha cambiado de forma increíble. Hace 40 años, y recuerdo a mi padre hablar de esto, ver a un futbolista con un libro en las manos en una concentración era excepcional; ese era un jugador que estaba muy por encima de los demás a nivel cultural. Entonces jugaban a las cartas. El mundo ha evolucionado y ahora el futbolista es muchísimo más instruido. Cuarenta años atrás, un entrenador con dos dedos de inteligencia y dos dedos de cultura tenía un dominio intelectual y cultural sobre sus futbolistas. Los jugadores no tenían ni la capacidad de entender en qué trabajaban, cómo trabajaban, sus necesidades... No. Simplemente comían de aquello que les daban de comer, futbolísticamente hablando, y nada más. Hoy un jugador es un hombre con una posición totalmente diferente en la sociedad. Antes no podía entrar en muchos ambientes sociales. Hoy todos quieren que los futbolistas pertenezcan a los diferentes espacios sociales. El jugador es mucho más culto, más inteligente, es más exigente. Por eso creo que hoy un entrenador tiene que estar mucho más preparado que años atrás. Un entrenador que hoy solo entiende de fútbol es un entrenador pésimo. No puede sobrevivir. Y el entrenador clásico, aquel que fue jugador o que entiende mucho de fútbol y es entrenador dos días después, no tiene muchas posibilidades de tener éxito si no está preparado en todos estos niveles de los que hablamos. No es tan solo entrenar bien, jugar bien, decidir y ganar. Es mucho más: ha de ocuparse de la gestión de los egos, de las emociones; los entornos hacen ahora nuestro trabajo mucho más complejo, muy bonito y también muy difícil.
      Desde hace más de diez años, usted tiene un objetivo: ser un líder de grandes equipos. Donde hay un montón de egos. ¿Cómo los domina? ¿Ha variado mucho el ego de los futbolistas?

      Encuentras de todo, como en todas las áreas profesionales. Me parece que hoy un jugador es muy orgulloso, también en el sentido positivo de la palabra. Cuando llega a un determinado nivel, ya no piensa en su futuro, me refiero a su futuro económico. El jugador de hoy que quiere jugar y jugar bien, que quiere ser titular, cerrar más contratos, que quiere ganar y ganar siempre, o lo hace por orgullo propio o no lo hace. La cuestión en este momento no es un euro más o menos, es el orgullo personal. Y hablo por mí mismo. ¿Por qué trabajo? ¿Porque quiero ganar? ¿Porque quiero continuar? Trabajo porque me gusta, porque tengo orgullo propio, porque la gente espera que gane. Yo quiero seguir haciéndolo para estar bien conmigo mismo. Cuando llegamos a este nivel, es una cuestión de orgullo personal. Yo quiero hacer historia, Ronaldo quiere hacer historia, Messi quiere, Zanetti quiere... Los jugadores importantes quieren hacer historia, su propia historia. Dentro de 50 años seguiré estando en la historia del Oporto, del Chelsea, del Inter... Nosotros, jugadores y entrenadores, los que hemos llegado a este nivel, es por orgullo natural, es un orgullo innato. Si no fuera por esto, un día te levantarías de la cama y dirías: "Basta". Nunca diré basta.
      ¿El hecho de que sean más cultos los ha hecho más autocríticos?

      Se debe saber por qué. Se debe saber dónde mejorar. Si es culpa nuestra o del adversario. Si es culpa nuestra, es un gran problema. Si es culpa del adversario porque ha sido mejor que nosotros, okay, lo aceptamos, porque querer ser mejor que el adversario será un estímulo para mejorar. Cuando se pierde por culpa propia, debes pensar muy bien qué hacer.
      No basta jugar, entonces. Lo importante es ganar. ¿Y cuando se pierde?

      El aspecto cultural es muy importante. Una vez dije algo que quizá pasó inadvertido y que acaso sea una de las cosas más acertadas que he dicho sobre el fútbol. Jugaba el Chelsea contra el Barça y las preguntas siempre eran las mismas: quién es mejor. El Chelsea estaba muy fuerte, había sido campeón de Inglaterra, el Barça era el campeón de España y jugábamos unos cuartos de final de la Champions. Les dije: este Chelsea es campeón de Inglaterra, y si jugara la Liga española no la ganaría. Y el Barça es campeón de España, pero no ganaría la Premier. Y la construcción de los equipos debe realizarse de acuerdo con la cultura y con las cualidades que tienes para ganar. Como jugaba hace cuatro o cinco años, el Barça no ganaba la Premier. Quizá hoy la ganaría. Por eso es imposible que un entrenador llegue a un país y diga: "Este es mi sistema, mi filosofía de juego". Si un día Pep [Guardiola] va a Inglaterra o a Italia, quiero ver si su equipo juega como el Barcelona... ¿Seré capaz de hacer con el Madrid lo mismo que he hecho con el Inter a nivel de juego? Imposible. El aspecto cultural es muy importante.
      ¿Cómo ve los sistemas que dominan hoy en el fútbol? Usted parece que impone un sistema según el contrincante al que quiere vencer...

      Exactamente. La idiosincrasia es fundamental. Puedes tener principios del juego, puedes no abdicar de ellos, pero la idiosincrasia del club y de la propia Liga son fundamentales. Si intentas jugar contra esos principios, estás jugando contra ti mismo. Existen cosas en el Real Madrid que quiero mantener.
      Es decir, que la identidad de un equipo y de un entrenador como usted es la historia que lo va conformando...

      Por ejemplo, la obsesión por jugar un fútbol ofensivo y atractivo... Todos me dicen que el aficionado del Real Madrid quiere ganar, ver un juego ofensivo y bonito. Yo también. Pero no quiero un Real Madrid bajando con cinco y atacando con cinco. Y he visto muchos partidos del Madrid con cinco jugadores detrás de la línea del centro del campo y cinco delante. Cuando se perdía el balón, los cinco de detrás echaban a correr y los cinco de delante se dedicaban a reposar. Eso no lo quiero. Existen principios a los que no puedo renunciar. Hablando de un modo general: ganar, jugar bien, jugar ofensivo... Obviamente, esa historia no quiero cambiarla.
      ¿Por ejemplo?

      No, no. Guardiola no aprendió de mí. Guardiola tiene una formación de cultura de club de toda la vida. Ha estado un año en Brescia (Italia) y otro en Qatar (donde seguramente jugaba más al golf, que le gusta mucho), pero su vida es el Barça. Cuando me lo han preguntado alguna vez, siempre he dicho que Pep es el entrenador perfecto para el Barça. Es catalán, es culé, nació allí, en La Masía, es amigo de Cruyff, hay aficionados con mucho amor por él, con mucho amor por el club. Lo entiende todo, lo tiene todo. Para mí es el entrenador perfecto para el Barça. Cuando nombraron presidente a [Sandro] Rosell y le ofreció seis años de contrato..., ¡yo le hubiera ofrecido diez!
      Es lo que dice Guardiola de su propio equipo. Algo habrá aprendido de usted cuando coincidieron en el Nou Camp...

      Ha sido buena, es buena y será buena. Si tenemos algún problema a nivel futbolístico, no será nunca un problema entre José Mourinho y Pep Guardiola: será un problema entre el entrenador del Real Madrid y el entrenador del Barcelona. Es totalmente diferente. Lo respeto tanto como creo que él me respeta a mí y no tenemos ningún problema personal, todo lo contrario. En este momento no le puedo desear suerte porque jugamos a lo mismo, pero aparte de eso no hay ningún problema.
      Tengo curiosidad por saber qué comentó con Guardiola cuando acabó el partido en que el Inter eliminó al Barça de Europa. Cuando usted estuvo allí con Robson, su relación con Pep era buena...

      Como en todos los planteamientos, tienes que ser flexible y adaptarte a la situación. Tienes que analizar y hacer un diagnóstico del día a día a todos los niveles. En mi vida profesional es muy difícil que este planteamiento sea cumplido automáticamente, tiene que haber desviaciones... Tenía tres grandes objetivos cuando empecé a entrenar. He alcanzado dos casi. Uno, ganar tres Champions con tres clubes diferentes. Ernst Happel, Ottmar Hitzfield y yo hemos ganados dos cada uno en dos clubes diferentes. Happel ha fallecido. Hitzfield está a punto de retirarse y a mí me quedan muchos años de carrera por delante. Otro: quiero ser el único en ganar las tres Ligas más importantes del mundo: la española, la italiana y la inglesa. En este momento, Fabio Capello ha ganado la italiana y la española; Carlo Ancelotti ha ganado la inglesa y la italiana, y yo, la inglesa y la italiana. Capello, si no vuelve a un club, como él dice, ya no llegará. Solo estamos Carlo y yo, y no sé si Carlo lo tendrá entre sus objetivos. Yo quiero ganar las tres.
      Hace unos años dibujó su futuro: ganaré esto en Inglaterra, esto en Italia, esto en España, esto en Portugal...

      El tercero es dar a mi país algo que aún nadie le ha dado: el título de campeón del mundo o de Europa. Esto es más difícil porque no me gusta entrenar selecciones. Es un sueño para mí. Me parece que Portugal, un país pequeñito, de diez millones de habitantes, sin un potencial económico, sin grandes infraestructuras, tiene un fútbol que merece algo importante. Es un fútbol que ha dado tres balones de oro, ha dado a Eusebio, a Ronaldo, a Figo... Un país que ha dado un Benfica histórico y un Oporto que ha ganado la Champions merece dos cosas: ganar un título grande y ganar algo aún más fácil: llegar, con la ayuda de España, a tener un Mundial de fútbol. Tenemos que ganar esta candidatura.
      Y el tercer objetivo.

      Soy un portugués muy atípico, porque el portugués en general echa de menos a Portugal y yo no. No tengo saudade, quizá porque tengo una familia espectacular, porque estoy enamorado de lo que hago... No tengo saudade, pero tengo mucha pasión. Soy un portugués que no quiere volver, no quiero trabajar en ningún club portugués, no quiero vivir en Portugal, pero soy un portugués al que le gustaría hacer algo importante con mis capacidades.
      En toda la conversación no le había visto tanta ilusión en los ojos como cuando ha hablado de Portugal.

      Primero, no leo mucho lo que se dice de mí. Óscar [Ribó, responsable de prensa de Mourinho y del Real Madrid, que está presente] es testigo de que todos los días quiero un SMS suyo con un resumen de prensa, porque no leo periódicos ni veo la televisión; solo la utilizo para partidos que quiero o que tengo que ver. Es una protección para mi estabilidad personal. Si llega una persona cercana que habla mal de mí, eso sí me genera un problema porque significa que algo está mal, o en mí o en esa persona. Cuando habla mal de mí una persona que no me conoce, eso no me crea ningún problema. El fútbol me ha dado tantas cosas buenas que tiene todo el derecho a darme alguna mala.
      Al principio le leí lo que dice Robinson de usted. Los que están en su cercanía dicen que es cálido, humano. Pero en muchos sitios se dice de usted que es una persona difícil, inaccesible, irritable. ¿Cómo reacciona cuando lee que dicen eso de usted?

      La mala es que he perdido totalmente mi privacidad. Todos me conocen, todos hablan de mí, no puedo ir por la calle con tranquilidad, no puedo pasear con mis hijos, con mi mujer, con mi familia, no puedo viajar tranquilamente. Y tengo que leer muchas mentiras -cuando leo- sobre mí.
      ¿Cuál es la mala?

      Las mentiras. Fuera del fútbol soy un hombre totalmente distinto al que está en el fútbol. Si en el fútbol lo arriesgo todo, soy arriesgado en la forma de liderar, arriesgo en la manera de comunicar, de gestionar mi relación con la prensa..., arriesgaré mucho con el equipo, ya lo verán... En mi vida personal, sin embargo, soy exactamente lo contrario: riesgo cero, perfil bajo, inversiones económicas cero. Riesgo con mis euros cero. Soy un hombre de perfil bajo, no me gusta la vida social, nada. Y la mentira, lo que menos me gusta. ¡Dijeron que en mis vacaciones en Kenia había contratado a un brujo! ¡Lo que inventan!
      ¿Qué es lo que más le ha molestado?

      Mire, la gente ve a un Mourinho durante noventa minutos, en el campo, y antes de los partidos y después, en las conferencias de prensa. Ese Mourinho está jugando el partido. Es difícil percibir a un Mourinho que no esté ya jugando el partido. En el partido estoy de pie noventa minutos, hablo con los míos, con los adversarios, con los árbitros... Estoy jugando mi partido, no salgo a hacer teatro, estoy trabajando. Las ruedas de prensa son espacios de trabajo. La gente me conoce trabajando. Esta entrevista que estoy haciendo con usted no sé si se volverá a repetir, durante la temporada apenas hago entrevistas, jamás voy a la televisión, para mí abrir mi casa es imposible, pararme por la calle con aficionados es muy difícil... Me gustaría visitar una peña de mi club, pero ya me han dicho que son tantas que si voy a una tendría que ir a todas, así que no puedo ir a ninguna... Así que a Mourinho nadie le conoce. Le conoce la familia, los amigos y quien me conoce de verdad.
      También dicen que le gusta leer, que le gusta la música...

      Gabriel García Márquez me gusta, pero tengo poco tiempo para leer. Trabajo muchas horas, y cuando llego a casa me gusta estar con los míos. No puedo ser tan egoísta como para exigir mi propio espacio. Tengo que hacer cosas que les guste hacer a ellos, ver la película que le gusta a mi mujer, ir al cine y ver la película que les guste a mis hijos... El otro día estuve en Madrid, muerto de cansancio, pero mis hijos querían ir al Parque de Atracciones. Pues al Parque de Atracciones...
      Déjeme entrar un momento en su casa. ¿Qué libros lee?

      En casa río muchísimo; en mi ambiente de trabajo, también. Y ganar también me hace reír muchísimo.
      ¿Qué le hace reír?

      Alguna vez he pensado, después de una derrota, que afortunadamente son pocas: no debo estar triste porque en el otro vestuario hay gente que está muy feliz. Pero para pensar así tengo que perder muchas veces.

      Terminemos con otro poeta, Rudyard Kipling, que advierte en su poema 'If' contra dos impostores: el triunfo y la derrota. ¿Piensa lo mismo, son armas de doble filo?

      sábado, 21 de agosto de 2010

      Muniesa, la joya de la corona

      LA MASIA LAB DA SUS FRUTOS

       

      Ni una tríada ha podido con un jugador rápido de piernas y mente, un diamante que quema etapas a la velocidad de la luz.

      Muniesa ya ha disputado algunos partidos con el primer equipo del FC Barcelona

      Martí Perarnau
      En marzo de 2008, la fatalidad se cierne sobre Marc Muniesa en un partido del Juvenil A contra el Murcia Deportivo. Los gritos de dolor alertan de la gravedad: rodilla destrozada. El chaval de Lloret, apenas 16 años, sufre la temida e impronunciable lesión tabú del fútbol: la tríada, ligamentos triturados. Una lesión que le alejará de los campos de juego, un puñal clavado a traición en el porvenir de uno de los mayores talentos de La Masia, el chico llamado a ser el sucesor de Carles Puyol. Los médicos retrasan la operación quirúrgica nada menos que tres meses al estar en fase de crecimiento, lo que genera una recuperación de diez meses. Un interrogante gigantesco se abate sobre la carrera de quien dio sus primeros pasos en la Penya Barcelonista de Lloret de Mar y llegó siendo alevín a La Masia, uno de esos talentos que han crecido, educado y formado en el Barça en el sentido estricto del término.

      Listo y locuaz con el balón pegado a su fina zurda, le catalogan como defensa rápido de piernas y mente, siempre concentrado y responsable, sea en las coberturas, el achique o la contención, que dota de mucha seguridad a la defensa y la comanda con la jerarquía natural propia de los elegidos. Un diamante que quema etapas a la velocidad de la luz, saltando de equipo en equipo. En edad infantil, a jugar con los cadetes. En cadetes, con los juveniles. Y de juveniles, a la elite. Un prodigio de precocidad justificada. Líder en las selecciones inferiores, debilidad de todos los técnicos de la casa que no hablan de Muniesa, sino del “fenómeno Muniesa”.

      A finales de la 2008-2009 recibe una inyección de moral: vuelve para marcar el primer gol del partido en que el Juvenil A se proclama campeón y le llama Guardiola al primer equipo. Recordamos la ilusión del debut, las lágrimas por su expulsión precoz y también la convocatoria para el banquillo de la final de Champions en Roma: el aficionado cree haber asistido a la puesta en escena de uno de esos jóvenes de la cantera cuya historia se tiñe de matices épicos: ni una tríada ha podido con él.

      Estrena en el Barça B la Fase 2 de su formación con sólo 17 años. Hasta la jornada 9 disputa casi todos los partidos, pero regresa del Mundial sub’17 con molestias físicas en el tobillo. Reaparece con continuidad en la jornada 24, momento en que ya no dejará el equipo durante trece partidos seguidos. La tremenda eclosión de Bartra y la consolidación de Fontàs le abocan al lateral izquierdo, e incluso en alguna ocasión al diestro, pero el fútbol sigue empeñado en recordarle su dureza y, así, una rotura de fibras en el femoral le aleja ocho semanas del equipo, justo para reaparecer en el tercer play-off, allí donde el Barça B se juega el ser o no ser, titular como central en el partido de vuelta contra el Sant Andreu, otra prueba más de la determinación y coraje del de Lloret, que no se arruga ante ninguna dificultad.

      Por condiciones y tipología, Muniesa se asemeja mucho a centrales como Ayala o Cannavaro, tremendamente correosos y temidos: centrales-lapa, rápidos, que desesperan al rival porque es imposible deshacerse de ellos. En clave blaugrana, aúna rasgos de Puyol y Milito. Precisa dos temporadas más curtiéndose en el filial para adquirir los trucos de la posición, los recursos que permiten a un central con sus condiciones mandar sobre el campo y el rival. Debe alejar, casi ahuyentar, al rival con o sin balón, cargar el cuerpo e ir al choque de forma contundente para marcar terreno. Convertirse en un central que conjugue la jerarquía y autoridad defensivas de Milito con la fuerza y firmeza deportivas de Puyol. Un híbrido entre el central que se anticipa, que siempre está bien colocado y el central que llega a todas partes.

      Sergi Roberto, el ‘box to box’

      LA MASIA LAB DA SUS FRUTOS

       Sergi Roberto es uno de los centrocampistas más brillantes del filial del FC Barcelona Foto: PACO LARGO

      Aparece, se impone y resuelve por alto o por bajo; en él encontramos a un mediapunta central, un ‘10’ con mucha llegada.



      Martí Perarnau
      Viéndole jugar dirías que ha nacido en algún barrio de Londres o Liverpool, pues este chico que cubre el campo de área a área, de costa a costa, ‘box to box’, más parece un rejuvenecido Lampard que un centrocampista clásico de La Masia. Pero nació en Reus. Llega al área con el mismo instinto ofensivo que Cesc Fàbregas y una facilidad innata para ver portería. Procedente del Nàstic, Sergi Roberto muestra muy pronto una versatilidad inusual que le permite ocupar diversas posiciones en el frente ofensivo. En el Cadete A se le ubica como interior izquierdo pese a ser diestro para pulir su técnica y ya entonces se destapa por su verticalidad natural. Aparece, se impone y resuelve por alto o por bajo. Es un rara avis entre los clones blaugrana. Acostumbrados a los finos estilistas creadores y generadores de juego que marcan el tempo de los encuentros, en Roberto encontramos a un mediapunta central, un ‘10’ con mucha llegada e instinto de gol.

      Empieza el curso 2008-2009 en el Juvenil B a las órdenes de García Pimienta y lo acaba en el Juvenil A de Alex García y en ambos reafirma las expectativas. Experimenta una notable mejora en el juego combinativo pese a que no vive sistemáticamente de la organización y el contacto con el balón. Capaz de evolucionar en cualquier zona avanzada del campo, golea, asiste y presenta un dinamismo prometedor. Es el ‘todocampista’ inglés por excelencia, pero educado en los dogmas blaugrana: físico, alto, fuerte, con gol, sacrificado y con notable calidad técnica.

      En agosto de 2009, Guardiola le convoca para cubrir huecos de pretemporada. Síntoma de que su perfil gusta para el primer equipo y debe persistir. Empieza el curso en el Juvenil A con el objetivo de proseguir su evolución, pero a la cuarta jornada Luis Enrique ya le llama al ‘B’: jugará íntegramente los siguientes cuatro partidos, dándole un aire nuevo al equipo. Convocado por la selección española (Mundial sub’17), su consolidación en el ‘B’ se frena, pero a cambio completa un excelente Mundial coronado por un ‘hat-trick’ ante Burkina Faso.

      Será el segundo centrocampista más utilizado en el ‘B’ acumulando 1.786 minutos en la liga regular, veinte partidos como titular. Datos incontestables sobre la brutal irrupción de este chico: en el curso que debía completar la Fase 1 transita con tanta velocidad que salda también la mitad de la 2: más que cubrir etapas, las engulle y será el medio más empleado por Luis Enrique en el play-off: 457 minutos en seis partidos, cinco titularidades.

      Quien le ve jugar sale del campo con una sonrisa de felicidad. Estamos ante el centrocampista completo: en él intuimos al Lampard de los mejores años; o al Gerrard esplendoroso. Va al choque sin factores restrictivos, cómodo en el juego aéreo y con despliegue constante, que llega desde atrás, define, tiene instinto y cada vez se asocia mejor. Un jugador de 18 años que parece hacerlo todo bien, pero que también tiene parcelas de mejora: en un modelo de juego que prima la posesión, el de Reus ha de seguir cultivando el toque rápido y fácil y la combinación casi automática. Debe adquirir mecanismos indisociables a la filosofía de juego blaugrana para ganar capacidad de aparición y controlar recursos que le hagan estar más presente y actuar en todas las situaciones.

      Sergi Roberto apunta muy alto por condiciones, potencialidad y la forma en que ha irrumpido: 18 años y llegando por sorpresa al Barça B hasta convertirse en pieza importante, dos peldaños ascendidos de golpe. Precisa todavía entre año y medio y dos años para madurar definitivamente, consolidarse en el segundo equipo, sentirse hombre clave, acercarse a la gloria del primero y atravesar como un tren las líneas oponentes.

      Bartra, recordando a Baresi

      LA MASIA LAB DA SUS FRUTOS

       

      Un central que empuja y tira el equipo hacia delante, conduce el balón con insultante seguridad y una capacidad técnica cautivadora.

      Bartra es uno de los defensas más prometedores de la cantera del FC Barcelona
      Bartra es uno de los defensas más prometedores de la cantera del FC Barcelona

      Martí Perarnau
      Resulta inevitable acordarse de Piqué cuando uno observa a Marc Bartra. El de Sant Jaume dels Domenys es, por encima de todo, un central con un abanico amplio de recursos futbolísticos. Se coloca de forma correcta, le gusta anticiparse e ir al corte sin desguarnecer su zona en exceso. Siempre tiene un ojo en la cobertura y se aplica con rigor para lanzar el fuera de juego. Sabe medir cuándo ser duro y contundente o cuándo limitarse a contener al rival y su altura le permite incorporarse con peligro en jugadas de estrategia. Destaca por su personalidad: tiene jerarquía y mando de la línea, determinación de responsabilidad defensiva y seguridad en sus posibilidades. No es un prodigio de velocidad o agilidad, pero cuesta desbordarle. Bartra es un defensa listo e intuitivo de aceleración discreta, como su velocidad punta, pero con suficiente pierna para evitar ser superado y con mucho margen de crecimiento muscular.

      Es el prototipo de central purista y estético: destila finura con el balón en los pies y posee un desplazamiento correcto en largo, lee bien si ha de jugar en corto y cuándo volver a empezar a partir del portero. No retiene la pelota ni se aturulla en jugadas comprometidas: busca el espacio fácil y le gusta sorprender rompiendo líneas. Parece que hablamos de Piqué, pero aún está lejos de semejante paradigma. Le faltan dos años como mínimo de rodaje duro en Segunda para alcanzar las cotas de excelencia de su colega mayor. Todavía está por hacer en varias facetas y debe completar todos los atributos que se le perciben. Abusa en exceso de algunas aptitudes. Ha de aprender cuándo y para qué conducir el balón y medir mejor su atrevimiento. Asumir que su función principal es garantizar la seguridad del equipo por encima de todo y no recrearse en aspectos más vistosos como el pase vertical o el toque combinativo. Debe adquirir un tono de concentración más elevado que minimice riesgos y estar más atento a aspectos clave en el modelo de juego. Promete mucho y le vemos hechuras de Baresi, pero aún debe crecer como defensa, empequeñecer a los rivales y minarles su confianza.

      Su temporada 2009-2010 en Segunda B fue prodigiosa. Llegó siendo juvenil y se hizo con la titularidad acompañando a Fontàs y enviando a Muniesa al lateral izquierdo. Prometía mucho desde tiempo atrás, cuando evolucionaba en cadetes y juveniles, pero no se esperaba semejante progresión por más que Guardiola le hiciera debutar en el último Gamper ante el Manchester City. Al principio, Luis Enrique no quiso correr demasiados riesgos, pero desde la jornada 6 hasta la 19 le dio la titularidad en el B, salvo cuando le llamaron para la selección.

      Los espectadores del Mini se han acostumbrado a ver un central que empuja y tira el equipo hacia delante, conduce el balón con insultante seguridad y una capacidad técnica cautivadora. Tercer defensa más utilizado por Luis Enrique, sumó 2.487 minutos en el total liguero con 29 partidos disputados, 27 como titular. Y fue pieza decisiva en los play-off, acompañado por el ‘novato’ Sergi Gómez dadas las lesiones de Fontàs y Muniesa. El Europeo sub’19 le coronó como uno de los mejores centrales del continente y su exhibición en el doble pivote como mediocentro junto a Romeu frente a Portugal quedará en los anales del fútbol joven por la insolencia y seguridad mostrada por este chico al que, sin embargo, le falta año y medio de hervor para llegar al primer equipo. Necesita sumar 2.500 minutos en 25 o 30 partidos de Segunda, pulir carencias y enfrentarse a delanteros de colmillo retorcido. Ese será el marco ideal donde bañarse en humildad y ganarse el respeto profesional. Para madurar y hacerse hombre y central. Y después, a volar hacia la gloria.

      viernes, 20 de agosto de 2010

      El análisis: Oriol Romeu, el faro que da luz en el Barça B

      LA MASIALAB DA SUS FRUTOS

       

      ¿Cayó de jovencito en la marmita de la poción mágica? Llega a todas partes y cubre todos los espacios. Su sombra es alargada.

      Oriol Romeu llegó a las categorías inferiores del Barça procedente del Espanyol
      Oriol Romeu llegó a las categorías inferiores del Barça procedente del Espanyol

      Martí Perarnau
      He aquí otro futbolista con el que las hormonas bromearon. Nacido hace 18 años y formado en el Espanyol, a Oriol Romeu le ‘adivinaron’ bajito y esa laguna física le llevó al Barça, donde ya vive su séptima temporada. Cuando llegó era algo bajo y defensa central. Hoy es un tallo largo y mediocentro defensivo. Cosas de la evolución.

      Con 15 años y medio dio muestras en el Juvenil B del acierto de su reconversión en mediocentro. Tenía buena salida de balón, mucha solidez y una generosidad impregnada en dinamismo. Le gustaba tocar el balón, pero sobre todo cortarlo y recuperarlo cuando lo tenía el rival. Al año siguiente, este chico de Ulldecona completa una temporada sensacional en el Juvenil A e incluso disputa cinco partidos con el Barça B, deferencia de Luis Enrique. Romeu ya es un jugador fuerte, dinámico y que equilibra el equipo.

      Reúne aptitudes y potencialidades a su edad que presagian un futuro mediocentro de categoría. Su pasado como central le permite entender cada vez mejor las necesidades de la nueva posición y, de este modo, mejora en el corte, se hace más generoso aún en el despliegue y gana contundencia en el choque.

      PEP LE SEÑALA EN ROJO

      La temporada 2009-10 supone el punto de inflexión definitivo. Se le contempla como una de las apuestas más firmes de futuro y en diciembre, el staff de Guardiola le señala en rojo para el curso siguiente a la vista de las turbulencias que muestra Touré Yaya por la titularidad de Busquets. Junto a otras promesas juveniles como Bartra, Montoya o Jonathan, Romeu se planta en el ‘B’ con el afán de quedarse con la posición del ‘4’. Tiene un hambre voraz, inicia la Fase 2 de su formación y encuentra en Luis Enrique el tutor adecuado.

      Participa en los tres primeros encuentros, pero no vuelve al equipo hasta la 10ª jornada. ¿Crisis? No, Mundial sub’20. Aún tiene 17 años, pero ya juega con la generación del 89, gente que lleva año y medio jugando en Primera. Terminado el Mundial regresa... al Juvenil A. Fiel a su política y los valores imperantes en el filial, Luis Enrique no deja nada al azar y se acuerda de todos y de todo. Prioriza a los que trabajan y se entrenan de forma continuada. Así, lanza el mensaje a Romeu de que por mucho Mundial sub’20 que haya disputado, continúa siendo un juvenil. Además, interviene el factor de la normativa federativa que sólo permite alinear a cuatro juveniles por jornada y el entrenador necesita cubrir otras parcelas.

      Regresa pronto y hasta la jornada 22 siempre es titular y despliega sus grandes virtudes. Se desenvuelve con soltura con el balón en los pies, sabe jugar en corto y combina fácil y rápido. Cubre las espaldas del compañero y su físico ya es rocoso e imponente. Dinámico, inteligente y con buen sentido posicional. Atento a anticiparse, no necesita grandes esfuerzos en la contención: ahoga al rival por presión y hambre de recuperación sin complicarse la vida.

      La temporada regular se salda con notables resultados cualitativos. El chico ha crecido de manera exponencial y consolidado su juego. Refrenda las expectativas como futuro mediocentro de altos vuelos disputando 22 partidos, 18 como titular, y 1.609 minutos, tercer centrocampista más utilizado pese a las múltiples llamadas de las selecciones.

      El play-off de ascenso a Segunda es otro paso adelante: disputa todos los minutos de los cuatro últimos partidos. Y su temporada sigue: le espera el Europeo sub’19, donde se convierte en uno de los mejores del campeonato. Infranqueable, insaciable e incansable, se gana las mejores críticas.

      Es el hombre que da equilibrio a un conjunto que cuenta con Pacheco, Thiago, Canales o Muniaín. El eje sobre el que pivota todo. Trabaja a destajo y se impone en todas las situaciones por su físico, saber estar y sentido táctico.

      EL BUSQUETS DE 2012

      ¿Cayó Romeu de jovencito en la marmita de la poción mágica? Llega a todas partes y cubre todos los espacios. Su sombra es alargada. En términos técnicos, no se le pide que sea un fino estilista que mueva la pelota como el más creativo del equipo, pero se mira en el espejo de Sergio Busquets.

      Echa una mano a su defensa, baja las veces que hace falta para hacer coberturas y ayuda en la salida del balón o la construcción inicial. Disfruta recuperando balones y agobiando al rival. Va muy fuerte al choque y con contundencia, pero siempre de forma noble. Es solidario: jamás abandona a sus compañeros, ni en defensa ni en ataque.

      Pero debe mejorar ciertas facetas de su juego. En ocasiones, abusa de querer recuperar el balón y ahogar al rival y desguarnece una zona de máximo riesgo. Debe entender que su misión es convertirse en el guardián invisible del equipo, aunque la pelota esté lejos de su zona de acción. Ser sensible a los detalles intangibles y ubicarse en posiciones que le permitan participar sin necesidad de hacerlo de forma determinante, simplemente estando allí.

      Peca de exceso de velocidad a la hora de mover el balón porque quiere facilitar las transiciones. Debe interiorizar que su función, en tanto que equilibradora, integra un componente muy importante de pausa. Ha de tocar más y con menos verticalidad: encontrar el punto equidistante entre el juego horizontal y el vertical. Más paciencia y templanza.

      No hay que tener prisa con él. Necesita todavía un año y medio para dar el salto definitivo al primer equipo y ser el Busquets de 2012. Pero las necesidades del primer equipo están ahí y probablemente le llevarán a disputar minutos de calidad con el Pep Team por más que en puertas de cumplir 19 años, a duras penas ha completado más de 25 partidos a nivel profesional.

      Debe evolucionar confirmándose como jugador clave del ‘B’, concluyendo la Fase 2 en pocos meses e iniciando la 3 a principios de 2011. Disputar un mínimo de 2.500 minutos en los competitivos campos de Segunda con Luis Enrique y echar una mano a Busquets cuando Guardiola lo pida. Ha de cubrir esta etapa con la determinación y voracidad de quien no tiene prisa, sino un plan trazado, ávido de experiencias y situaciones en las que ponerse a prueba y salir victorioso. Sabe que el primer equipo está cerca, que le siguen y se le espera, pero todavía no.

      Debe prepararse y entrenarse para llegar al día de la gran batalla más en forma que nadie. Porque sobre él reposarán los factores que determinarán el éxito o la derrota moral de su equipo.

      Thiago Alcántara, así es el crack precoz del Barça B

      LA 'MASIALAB' DA SUS FRUTOS

       

      Es la perla más talentosa de la cantera, pero ha de comprender que hay peajes que pagar y que el éxito llega con constancia y humildad.

      Thiago es la perla más talentosa de la cantera del FC Barcelona Foto: Ignasi Paredes
      Thiago es la perla más talentosa de la cantera del FC Barcelona Foto: Ignasi Paredes

      Martí Perarnau
      Thiago Alcántara ha jugado siempre en categorías superiores a su edad. Siendo cadete probó en juveniles y, como parece lógico en la perla más talentosa de la cantera en muchos años, cuando lo que le tocaba era foguearse ya se instaló de forma natural en el Juvenil A como pieza desequilibrante e incluso dispuso de 121 minutos (cinco suplencias) en el Barça B con apenas 16 años. En la temporada 2007-08, el hijo de Mazinho demuestra estar a la altura de las previsiones: juega en categorías dos años superiores a su edad simplemente porque es un futbolista superior, de esos que parecen tocados por una varita mágica, capaces de las genialidades reservadas a los cracks.

      Esta precocidad evolutivase debe también a cierta planificación. Se aceleran sus condiciones de crecimiento en el ecosistema canterano al confirmarse lo intuido con la selección sub’17: Thiago vive demasiado desconectado del juego. O le llega el balón y el juego transcurre en un entorno ofensivo o el hispano-brasileño se aísla a menudo, abusa del ralentí y se dosifica en exceso. Los técnicos creen necesario pasar pronto a la Fase 2 para que tome conciencia de estos vicios penalizadores.

      SU MAGIA ES SU ENEMIGO

      La segunda temporada de Thiago en el Barça B supone un verdadero proceso de endurecimiento camino del profesionalismo. Pero su magia es también su máximo enemigo. Empieza la Fase 2 antes que ningún otro futbolista porque tiene más calidad que cualquier otra perla. Se le empuja a hacerlo para que conozca los defectos de que adolece su juego. Disputa 25 partidos con el ‘B’, en total 1.562 minutos (1.311 como titular en 17 partidos más ocho suplencias).

      Una lesión le impide ser uno de los tres centrocampistas más utilizados en un año en que la prioridad es mantenerse y, quizás, aspirar al ascenso. Pese a todo, es el cuarto medio más utilizado cuantitativamente por Luis Enrique y acumula un minutaje muy valioso, pues participa en los encuentros más importantes. Aunque completa la Fase 2 le falta un plus para ser considerado jugador-clave: tiene tendencia a desaparecer y no implicarse en algunas fases del juego.

      La temporada 2009-10 debía ser el gran curso de Thiago en el Barca B. Si en lo cuantitativo ya ha completado la Fase 2, todavía le falta hacerlo en modo cualitativo, consiguiendo regularidad y corrigiendo lagunas. Y parece conseguirlo: apunta una mejora significativa en aspectos hasta entonces discretos como el trabajo y el compromiso durante noventa minutos. En líneas generales es un futbolista más comprometido y ‘arremangado’, un Thiago distinto y más maduro. Empieza a comprender que un ‘cerebro’ también ha de trabajar y meter la pierna.

      Dos factores cortan esa evolución: una lesión de tres meses al inicio de curso y la estancia en el primer equipo en enero a causa de las bajas de Touré y Keita con lo que a final de temporada no llega a los mil minutos (838 en 13 partidos, ocho como titular) lo que le sitúa solo como séptimo centrocampista más utilizado. Es el mejor cualitativamente, pero no logra los objetivos deseados.

      ¿ES DECO O ES GUTI?

      Si resumiéramos los peligros que le sobrevuelan afirmaríamos: “El éxito no se consigue sólo con talento”. Thiago es el Iniesta o el Messi de la quinta del 91-92. Si a Xavi le regalasen las condiciones físicas y técnicas de Thiago ya tendría una montaña de galardones internacionales a nivel individual. Hay días en que Thiago tiene algo de Guti. Otros días, sin embargo, es el gran Deco. Cuando se señalan sus defectos, el primero siempre es su propio talento futbolístico. El 90% de los futbolistas de primer nivel mundial querrían tener las cualidades que posee este chico, cuya mejora acostumbra ir de la mano del método exigente y riguroso de Luis Enrique.

      Echamos en falta mayor regularidad en actitud sobre el césped. Una mejor gestión de su calidad. Saber cuándo ha de jugar y dar fácil el balón sin adornarse. Básicamente, ser consciente que por su posición en el campo precisa más sacrificio y trabajo defensivo continuados, una implicación mayor y ofrecerse desde el primero y hasta el último minuto de juego como cerebro y brújula del colectivo. Todo apunta a que ha encontrado el camino correcto y el cuadro técnico trabaja mucho en él en esta dirección, tutelando su evolución con un mimo casi paternal y una planificación milimétrica. La bronca de Guardiola por celebrar un gol con el banquillo formaba parte de esa tutela milimétrica. Thiago tiene una marcha más que el resto, pero tiene que utilizarla siempre y no sólo cuando le conviene o le gusta. ¿Guti o Deco? En su voluntad está decidir qué quiere ser cuando sea mayor.

      CINTURON NEGRO EN UN AÑO

      Por todo lo anterior sería positivo un tercer año con ficha del ‘B’. Por tres razones: primero, para continuar su proceso formativo sobre todo en lo cuantitativo, máxime ahora que podrá competir de forma exigente en Segunda, integrado en una división donde cada victoria se pelea hasta el último aliento y se combinan calidad elevada y competitividad feroz. En ese entorno debe convertirse en ‘cinturón negro’. Segundo, por una cuestión mental. La anarquía del jugador es el reflejo de su mente. Thiago ha de comprender que, por más calidad que posea, hay peajes que pagar y que el éxito llega a través de valores como la constancia, humildad, sacrificio y solidaridad y no a partir de una sobreconfianza en sí mismo que en ocasiones llena la cabeza de pajaritos. De la Peña o Mario Rosas están ahí para ser recordados no sólo por su calidad, sino también por no haber llegado a la cumbre disponiendo de un talento prodigioso.

      En tercer lugar, por una cuestión de jerarquía: Thiago ha de completar una temporada entera llevando los galones. Dar un paso al frente y que su calidad sea realmente productiva: capitanear el centro del campo del ‘B’ y marcar estilo. Ser jugador-clave. Disputar 2.500 minutos con los de Luis Enrique y transformarse en un ‘8’ muy creativo, pero con alta capacidad de trabajo y sacrificio. Complementario con todo ello, Thiago recibirá algunos premios en forma de participación en el Pep Team: Copa del Rey, cuatro o cinco jornadas ligueras, algo de Champions... No cumplirá 20 años hasta abril con lo que por vez primera no debe tener prisa: seguirá llegando muy pronto a la élite, pero debe hacerlo habiendo pulido sus defectos y llenado sus carencias.

      jueves, 19 de agosto de 2010

      La Masia, como un laboratorio

       

      Desde 2007, el FC Barcelona ha programado científicamente el crecimiento de sus canteranos y hoy recoge los frutos con una hornada espectacular

      Martí Perarnau
      Tanto Guardiola como Luis Enrique han cosechado triunfos en el FC Barcelona y, en ambos casos, con mucha gente de la casa
      Tanto Guardiola como Luis Enrique han cosechado triunfos en el FC Barcelona y, en ambos casos, con mucha gente de la casa

       
      Desde hace veinte años, el Barça confía en su cantera. La propuesta fue de Cruyff, pero curiosamente la decisión la tomó Núñez, un presidente que siempre se había distinguido por fichar a los mejores futbolistas del mundo. Oriol Tort fue el alma del proyecto que dos décadas más tarde arroja unos frutos excepcionales. Cuando Louis van Gaal expresó su deseo de que el Barça ganara algún día la Champions con once futbolistas de la casa, las carcajadas recorrieron el entorno barcelonista, pero ese sueño está hoy mucho más cerca. De hecho, en la Champions conquistada en Roma jugaron ocho hombres salidos de La Masía y otros dos se quedaron en el banquillo. Más de la mitad de las fichas del primer equipo está hoy en manos de canteranos, así que el reto imposible de Van Gaal ya está al alcance de la mano, en especial ahora que Guardiola ha tomado la decisión rotunda de que los próximos fichajes sean del Barça B, justo cuando Wenger acaba de manifestar que se le está acabando la paciencia con los jóvenes...

      AL INFIERNO Y NO POR CASUALIDAD
      Mayo de 2007: el Barça B se precipita al infierno de la Tercera División, arrastrando al ‘C’ a la práctica desaparición. No es casualidad, sino resultado de una gestión errónea desde todos los puntos de vista. El Barça B es un equipo sin alma ni futuro, sin objetivos concretos y mesurables, casi un equipo de compromiso para una directiva que ha puesto todo el interés en los éxitos del primer equipo. Cortoplacismo puro. El filial predestinado a nutrir de figuras al club está ahora abocado a una categoría infernal, la de los olvidados. Las condiciones competitivas y de maduración se empobrecen y la distancia con el primer equipo se agiganta.

      Pero más allá de lo que significa el descenso en cuanto a la gestión del segundo equipo, la pérdida de categoría subraya las deficiencias de la estructura y del propio sistema formativo del Barça. El filial no se sostiene como equipo, pero además no ha habido en toda la cantera capacidad suficiente ni recursos humanos de categoría para ayudarle a evitar el desenlace. A nivel macroestructural, el Barça Atlétic ha adquirido todos los rasgos de los equipos modestos, poco competitivos y sin ambición: un equipo insustancial, anodino y terminal cuyo único objetivo tangible es no perder la categoría en finales de temporada agónicos.

      El filial carece de guión. A nivel microestructural, es un equipo donde los buenos jugadores apenas duran. No existen parámetros de medición que configuren la hoja de ruta imprescindible para la formación del jugador una vez terminada la edad juvenil. Salvo los que destacan poderosamente, el resto languidece en el ‘B’ a la espera de una oportunidad que jamás llega. Sí, Rijkaard ha ascendido a Messi, Bojan y Gio Dos Santos y el barcelonismo parece satisfecho con los frutos de la cantera, pero en realidad no existe un flujo continuado: el filial no es el proveedor oficial del primer equipo, sino sólo un pequeño rellano en el que se detienen las grandes figuras antes de dar el salto. Además, han proliferado los fichajes externos de futbolistas sin proyección real, que simplemente llegaban para ayudar al filial a salvar la categoría y a cambio ralentizaban el proceso formativo de los más jóvenes, cuando no lo cercenaban. El sistema y el marco de desarrollo del filial quedan retratados con el descenso a Tercera: es un sistema anquilosado, arcaico, confuso e inadecuado a la realidad del siglo XXI.

      LA CATARSIS Y EL GUION
      Hay que hacer catarsis y la directiva de Laporta lo comprende. Llega Guardiola y llega un guión: primero, recuperar el ‘B’; más tarde, el Juvenil; sólo después (y eso ha sido hace apenas un mes) las categorías formativas inferiores hasta llegar al benjamín. Les explico detalladamente en qué consiste el guión que diseñaron Guardiola y su gente en 2007. Como conceptos, se organiza en tres ejes:

      1. Entorno logístico
      2. Perfil gestor
      3. Organigrama técnico

      La premisa básica de los nuevos tiempos es que el talento no basta para ser competitivo. Hay que ser profesional y modernizarse. La Ciutat Esportiva es clave porque permite enclaustrar a los jugadores en un entorno profesional, rodeados de recursos tecnológicos que permitirán seguir sus entrenamientos y trayectorias, corregirles y formarles, acercarles a la élite. Un laboratorio de I+D para inculcar el estilo futbolístico a unos jugadores que empiezan a saber lo que significa ser profesional.

      Los gestores son conocidos: Guardiola primero, Luis Enrique más tarde. Y finalmente, estas semanas los nuevos cambios de organigrama y técnicos para seguir profundizando en las ideas nacidas en 2007. Gestores elegidos porque saben combinar el máximo rigor profesional con un trato cercano y cariñoso en clave competitiva. Gestores que se convierten en líderes. Líderes que hacen una propuesta concreta en materia deportiva:

      1. Competitividad
      2. Formación
      3. Cultura deportiva

      El Barça ‘B’ ya no será un simple peldaño de transición, sino que empieza a ser considerado y gestionado como un equipo más: joven, pero con el mismo interés por competir que cualquier otro. Pero no competir sin objetivos, sino para obtener el máximo: ser campeón en la categoría en que milite. Y con altísima competitividad interna: quien se duerma pierde el puesto porque siempre hay otro, o incluso algún juvenil, dispuesto a ocuparlo. Además, debe lograrse respetando los parámetros formativos impuestos: jóvenes que aprenden a diario el oficio, que son corregidos global o individualmente, que aprenden estrategia, táctica y comportamiento en el campo y fuera de él.

      La llegada de ex futbolistas de alto nivel a esa estructura aporta un plus en cuanto a infundir los valores de una verdadera y creíble cultura deportiva. Más que deportiva, deberíamos hablar de cultura del esfuerzo. Una cultura deportiva fundamentada en valores alejados del glamour o el pedigrí frívolo de pertenecer a un club como el Barça y formar parte de su cantera en tanto que potenciales figuras del futuro. Cada día, cada entrenamiento, cada charla se impregna de valores tales como esfuerzo, sacrificio, respeto, responsabilidad, humildad, rigor, profesionalidad, exigencia, ambición, solidaridad, constancia y generosidad. Valores que expresan entrenadores que han sido grandes campeones y que deben ponerse en paralelo con el objetivo competitivo: ¿qué mérito tendrá dentro de veinte años, les preguntan Guardiola y Luis Enrique, decir que jugásteis en el Barça B si no fuisteis capaces de subir de Tercera División?

      VERTEBRADORES Y PERLAS
      En resumen, se definen unos valores ideológicos para el Barça B marcando límites y ambiciones competitivas, dotando al equipo de una logística técnica y humana innovadora para obtener un doble objetivo: que sea un conjunto de profundas raíces formativas, pero con altísima capacidad de competir en cualquier categoría. Y de aquí surge un plan microdetallado que divide a los jugadores en dos grandes categorías:

      1. Los vertebradores
      2. Las perlas

      Los primeros son los que ‘sujetan’ al equipo competitivamente sin que tenga trascendencia excesiva su procedencia, si han sido fichados o si superan el promedio de edad del conjunto.

      Son jugadores por lo general algo mayores a la media, experimentados, sobrios y sin excesos, ubicados de forma estratégica por líneas para mantener el ritmo competitivo sin frenar el crecimiento de los segundos, las perlas, los señalados con un asterisco rojo por su valor especial y que siguen un proceso pautado, estratificado, prudente, sin prisas, que permita maximizar su progresión formativa. El promedio del equipo ha de tener entre dos años y dos años y medio de competición profesionales como media.

      Para definir a los ‘vertebradores’ se tiene en cuenta la edad, tipología, perfil futbolístico y durabilidad. Como mínimo han de tener 21 años y como máximo, 26. Deben repartirse homogéneamente por las distintas líneas, para ejercer como sostén de seguridad para los más jóvenes. Y como máximo estarán dos años en el B a fin de evitar que frenen a los de abajo. Su objetivo individual será brillar en el segundo equipo de la ‘marca Barça’ para lograr con posterioridad una salida profesional relevante. A esta regla de las dos temporadas se aplica una excepción en caso de lesión importante. Jugadores con este perfil son o han sido Córcoles, Espasandín, Chico, Dimas, Abraham, Longás, Xavi Torres, Víctor Vázquez, Benja, Armando, Nolito, Edu Oriol o Jonathan Soriano. El de menos duración en el equipo ha sido Chico, con sólo seis meses; y el de mayor, Víctor Vázquez, que ya suma el cuarto año a causa de la grave lesión que sufrió. El ‘B’ tendrá cada año varios hombres de este perfil: los que sujetan el esqueleto en el orden competitivo y permiten el crecimiento de las perlas.

      Desde este punto de vista es como se comprende la actual petición de varios futbolistas externos por parte de Luis Enrique: el mediapunta Carlos Carmona (23 años, ex Recre) o el delantero Saúl Berjón (24 años, ex Las Palmas).

      TRES FASES OBLIGATORIAS
      Las perlas proceden del Juvenil y se agrupan en dos bloques esenciales: juveniles totalmente formados (que entre uno y dos años deberán dar el gran salto) y juveniles de último año, que tendrán un margen de entre 1,5 y 2,5 años para confirmarse. Se les estratifica en tres fases:

      Fase 1. Reserva-rotación: su única obligación es competir. No se espera de él nada determinante ni se penalizan sus errores. Se pretende que conozca el medio profesional y adquiera minutos.

      Fase 2. Rotación-maduración: el jugador ya siente que forma parte permanente de la estructura y ha de tomar conciencia de que su aportación es decisiva: es corresponsable del rendimiento general.

      Fase 3. Jugador clave: Esta fase define el futuro de la perla. Entra en el grupo de los jugadores más próximos al primer equipo y adquiere el status de jugador clave del ‘B’. Acumula dos fases más que la mayoría de sus compañeros por lo que tiene la obligación de tirar del equipo y garantizar su competitividad. Es responsable directo de la evolución del equipo. Ha de estar en tensión constante por si es llamado por el primer equipo. Su futuro se decide en esta fase.

      Para cada una de estas fases se fija un período de entre 6 y 9 meses. El futbolista que llega al ‘B’ lo hace procedente del Juvenil, bien una vez finalizada su etapa juvenil y entonces tiene dos años para triunfar en el ‘B’; bien todavía en último año de juvenil y el período se amplía a 3 años. En cualquier caso, a los 21 se evaluará definitivamente su progresión y potencial y el posible salto al primer equipo del Barça. De no ser factible, habrá adquirido un perfil reconocible y unos valores excelentes que le permitirán proseguir su carrera profesional en otros clubes.

      EL GRAN LABORATORIO DE I+D
      Su desarrollo será equilibrado, ni demasiado deprisa, lo que sería perjudicial, ni tan lento que le hiciera acomodarse sin progreso. Si el talento es deslumbrante se pueden acelerar los plazos, pero no se evitan las tres fases. Si acaso, se reduce su duración, pero no se saltan las etapas. Es por esa razón que en ocasiones el cuadro técnico ha adoptado decisiones que parecían contradictorias, al subir y volver a bajar a futbolistas entre los distintos equipos. Pero todo ello obedece a la programación indicada y no a caprichos. En el capítulo de los jugadores-perlas, la lista que se ha manejado en las tres últimas temporadas ha sido la compuesta por hombres como Marc Valiente, Victor Sánchez, Jeffren, Urbano, Rueda, Marc Crosas, Toribio, Pedro, Pau Torres, Oier, Iago Falqué, Alberto Botía, Bolaños, Sergio Busquets, Jonathan, Thiago Alcántara o Gai Assulin. Como es lógico, algunos de ellos alcanzaron el primer equipo (y son campeones mundiales, incluso), otros están a un paso de hacerlo; algunos llegaron y no pudieron confirmar su talento; y otros ya abandonaron el club.

      El curso pasado, las perlas que manejaba el ‘B’ incluían a Miño, Fontàs, Martín Montoya, Carles Planas, Rochina, Oriol Romeu, Masip, Benítez, Bartra, Muniesa, Sergi Gómez, Albert Dalmau, Luque, Riverola y Sergi Roberto, nombres que pueblan las selecciones españolas inferiores y colaboraron poderosamente en el ascenso a Segunda División. El proceso para todos ellos continúa imparable, incluso más fuerte que nunca a partir del nuevo organigrama técnico establecido hace unas semanas separando el fútbol profesional (incluyendo al juvenil) del formativo. Ese organigrama oficializa los planes diseñados en 2007 por Guardiola y Luis Enrique y modifica estructuralmente el concepto de la cantera en el Barça. Ya no es una bolsa de jugadores a la que acudir en caso de apuro, sino una auténtica escuela de formación, con sus planes y fases estrictamente programadas y mesurables y con sus objetivos pautados. Ahora mismo se ha convertido no sólo en un laboratorio de investigación y desarrollo avanzado, sino en la decisión estratégica más importante del Barça en la última década.