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Analista Deportivo en Medios de Comunicación. Profesor de la Real Federación Andaluza de Fútbol. Analista Deportivo en Real Betis. Asesor Deportivo. Escritor del primer libro internacional sobre "Scouting Deportivo : Metogología, Scouting y Coaching" obra considerada el comienzo de la revolución del analista y del análisis como herramientas imprescindibles para profesionalizar el fútbol modesto. Colaboro con revistas especializadas, programas de radio... Para potenciar el #NetworkingSD fundé La Tertulia 10.

jueves, 18 de marzo de 2010

Claves para un buen rendimiento

Real Madrid |

El médico jefe aconseja a los jugadores dormir ocho horas

El rendimiento de un jugador de élite no sólo depende de su entrenamiento físico sino que está sometido a más factores, como el sueño. Carlos Díez, jefe de los servicios médicos del Madrid, hace hincapié en la necesidad del descanso y da algunas recomendaciones a los jugadores.

  • El médico jefe aconseja a los jugadores dormir ocho horas
Sergio Gómez | 18/03/2010
Se suele asegurar que un futbolista juega como entrena, pero lo cierto es que su rendimiento en el campo no depende exclusivamente del trabajo físico que realiza diariamente. También influye su estilo de vida y, concretamente, las horas de sueño, un factor que suele pasar inadvertido.
En este sentido, Carlos Díez, jefe de los servicios médicos del Madrid, aconsejó a la plantilla: "El sueño y el descanso deben ser una parte más del entrenamiento. Les recomendamos a los jugadores que duerman entre ocho y diez horas diarias". La sugerencia choca frontalmente, en muchos casos, con la realidad. No queda lejos la etapa de los brasileños (Ronaldo, Robinho...), cuyas salidas nocturnas, por el estilo de vida en su país, eran más que conocidas o, más recientemente, el caso de Guti, quien ha llegado a reconocer que "me veo ahora disfrutando hasta las seis de la mañana en una discoteca, no a los 60 años". Una de las posibles consecuencias de esa falta de descanso nocturno, según el jefe de los servicios médicos blancos, es que sobrevenga una lesión. "La falta de sueño aumenta el riesgo de que se produzcan lesiones ya que el jugador pierde agilidad y coordinación".

Antes del partido.

La siesta también está incluida en la lista de recomendaciones de los médicos del Madrid. Pero ese consejo cuenta con un límite: 30 minutos. "El motivo es evitar la desorientación y confusión que puede provocar entrar en la etapa de sueño REM (movimiento rápido de los ojos), de la que no resulta tan fácil despertar. Es recomendable practicar la siesta antes de los partidos ya que incrementa la atención y el rendimiento físico".
Por último, insiste en que lo ideal para lograr un sueño reparador es disminuir el consumo de alcohol, el café, el ginseng o los refrescos de cola; incluir en la dieta alimentos con calcio (leche, sardinas o boquerones) y magnesio (frutos secos o alimentos integrales); no tomar proteínas como carnes, huevos o pescado o limitar la ingesta de grasas. A la derecha de la página se detallan las seis recomendaciones del jefe de los servicios médicos.

Estas son las seis recomendaciones


-No a los estimulantes. Disminuir el consumo de estimulantes, como pueden ser el café, el té, el chocolate, el ginseng, el alcohol y los refrescos de cola.
-Cena ligera. Es aconsejable que la última comida del día se realice dos horas antes de dormir y que no sea una cena copiosa, tratando de evitar grasas y proteínas animales para facilitar la digestión.
-Relajación. Antes de dormir, desacelerar la actividad. Es necesario llegar relajado a la cama, por lo que se debe suspender el ejercicio físico y las actividades mentales de alta exigencia, al menos dos horas antes de acostarse.
-Poca actividad. Evitar la realización de tareas que distraigan a la hora de dormir. No es un buen hábito oír la radio, leer o ver la televisión en la cama.
-Programa. Fijar un horario de sueño (hora de irse a dormir y de levantarse).
-Saciado. No acostarse con hambre o sed ni tampoco después de haber comido demasiado, para evitar interrupciones por la noche.

domingo, 14 de marzo de 2010

¿Dónde estás, papá?

ANÁLISIS: Internacional EL CÓRNER INGLÉS



JOHN CARLIN 14/03/2010


- "Cuando tenía 14 años, mi padre era un ignorante... Cuando cumplí 21, me asombró lo mucho que había aprendido en siete años".-Mark Twain


Los jugadores de fútbol son unos niños. Como en el colegio, algunos son más maduros que otros, pero no dejan de ser niños. Les endiosamos. Nos desvivimos por conseguir sus autógrafos o hacernos fotos con ellos (porque nosotros también revertimos a la infancia cuando entramos en planeta fútbol), pero no dejan de ser niños. Fíjense en Zinedine Zidane, que en su momento de máxima veteranía cometió la imperdonable chiquillada de dar un cabezazo a un rival, como si de una pelea de patio se tratara, en la final de la Copa del Mundo, garantizando que su equipo se quedara con diez.



Y eso que Zidane es de los menos complicaditos que andan por ahí. Fue, y es, un hombre de familia. A muchos jugadores más la combinación de fama y dinero les hace caer en la tentación de creerse realmente que son seres superiores, de convertirse en pequeños césares o sultanes, lanzados a satisfacer todos sus apetitos, sean estos materiales (coches, ropa, casas) o sexuales. Igual que los actores de Hollywood, sus primos hermanos en el mundo del entertainment.



Con la diferencia de que los futbolistas sufren un grado de presión psicológico más constante y mayor. Cada vez que salen a hacer su trabajo son sometidos a juicio no por un jefe, sino por millones y millones de personas. Dos veces a la semana se encuentran bajo una enorme lupa, escrutados y criticados por infinidad de aficionados en todo el planeta, como insectos en un laboratorio.



La tensión entre el endiosamiento que viven fuera del campo y su vulnerable humanidad dentro de él, su inevitable susceptibilidad al error, genera grandes retos para los clubes, que invierten la mayor parte de sus presupuestos en ellos. ¿Cómo hacer que estas inversiones resulten rentables o que, por lo menos, no acaben en pérdidas catastróficas? Garantía no hay ninguna. Pero hay una opción que se debe al menos intentar, un seguro de vida en el que vale la pena gastar.



Los futbolistas, siendo niños, lo que necesitan es un buen papá. Un papá que respeten de manera tan automática como si la relación fuera biológica y que, según las circunstancias, sepa cuándo animarles, cuándo regañarles, cuándo defenderles, cuándo darles cariño y cuándo darles un castigo. Y, si se trata no de un niño sino de 11 o de una plantilla de 24, es aún mayor la necesidad de que el papá sea un superpapá, un crack de la gestión familiar al mismo nivel que Leo Messi es un crack del balompié.



He aquí la principal razón por la cual el Manchester United y el Arsenal han conseguido estar entre los tres primeros de la Liga inglesa año tras año en la última década y el motivo por el cual llegan infaliblemente, como mínimo, a los cuartos de final de la Champions League. También aquí está la explicación de por qué, cuando caen, caen con gloria. Nadie les acusa de haber concedido la victoria al otro por falta de entrega o entusiasmo o coraje o confianza o pasión por los colores.



A lo que vamos es a que el Manchester y el Arsenal tienen en Alex Ferguson y Arsène Wenger a dos entrenadores cuya autoridad sobre sus equipos es absoluta. Son padres leales y duros, queridos y respetados. Y ambos conocen a sus jugadores como si fueran efectivamente sus propios hijos. Por eso, llegada la hora de la verdad, llegado un partido de presión extrema, han acumulado la información y la confianza necesarias para saber cómo transformar los nervios de los jugadores en energía positiva. Lo vimos esta misma semana. El Manchester ganó por 4-0 al Milan en los octavos de la Champions; el Arsenal, que había perdido el partido de fuera contra el Oporto por 2-1, ganó por 5-0 en casa.



La centralidad del entrenador en un equipo de fútbol es indiscutible. Más que cualquier jugador, es el motor del éxito. Si no lo sabían antes en el Madrid, lo saben ahora. Ya que ni Ferguson ni Wenger querrán irse al Bernabéu, sólo hay un hombre, un gran papá, capaz de (y quizá dispuesto a) salvar el proyecto de Florentino Pérez la temporada que viene. Aunque cobre más que Kaká o Cristiano Ronaldo juntos, hay que traerlo. Los jugadores (no importa lo ricos y famosos que sean) le querrán y temerán en la justa medida. Es portugués y es un genio que donde va triunfa. Se llama José Mourinho.

martes, 2 de marzo de 2010

DISFRUTAR ES LO MÁS IMPORTANTE

El portero que sólo quiere disfrutar

César brilla en el Valencia a los 38 años por su aprendizaje continuo y su ilusión

CAYETANO ROS - Valencia - 02/03/2010
 César se queja al árbitro Pérez Burrull
El secreto de César Sánchez (Coria, Cáceres, 1971) es que compite con la ilusión de un niño al que le permiten jugar unas semanas más con la élite. Quizá unos meses y, por qué no, un par de años. Ése es el karma que interiorizó César cuando llegó al Valencia en diciembre de 2009, procedente del Tottenham, donde pasó cinco meses y apenas disputó tres partidos. Pero recuperó la inocencia de los primeros años en el Valladolid, cuando debutó en 1992 frente al Barça de Johan Cruyff en Zorrilla (0-6). Han pasado 18 años, cinco en el Madrid y tres en el Zaragoza, y César sigue estirando su carrera hasta alcanzar la excelencia, como el domingo en el Calderón ante el Atlético, parando un aluvión de remates que no evitaron un 4-1 marcado por las expulsiones de Marchena y Miguel. Y la ira de César, colérico con el árbitro, Pérez Burrull, por detener el encuentro tras recibir un empujón de Assunção para que consultara con el cuarto árbitro, que decretó el penalti y la expulsión de Marchena. A Pérez Burrull el Comité Técnico de Árbitros le sustituyó ayer por Mejuto González para el Osasuna-Getafe del domingo. Y César, que vio la quinta tarjeta amarilla, se une a la larga lista de bajas para el Valencia-Racing del lunes en Mestalla: Marchena, Miguel y Banega por sanción; Albelda, Mathieu y Bruno por lesión.
    César cobra un sueldo de unos 600.000 euros brutos, que, sin embargo, aumentan exponencialmente a medida que va disputando partidos. Ya lleva 29, el penúltimo en la Liga Europa, frente al Brujas, arrebatándole también en esa competición la titularidad a Moyà tras un fallo de éste en el campo belga. Moyà, el fichaje más caro del pasado verano para el Valencia, que pagó cinco millones al Mallorca, fue una apuesta del entrenador, Unai Emery.
    "César juega sin preocupaciones. Disfruta y por eso desprende tanta ilusión", dice Fernando Gómez, director deportivo del Valencia, sorprendido por el rendimiento del guardameta al que fueron a buscar al Tottenham para que cubriera temporalmente la lesión del arquero titular, el brasileño Renan, cedido ahora en el Xerez.
    "A mí no me sorprende. Es el único portero que le disputó el puesto a Casillas", tercia el mediocentro Albelda, quien, a los 32 años, coincide con César en una fase final de su carrera que resume así: "Después de haber sufrido muchos desengaños, lo que quieres es disfrutar. Quieres ganar, claro, pero sobre todo disfrutar, y asumes mejor las derrotas".
    César pasó un mal trago en su última fase en el Zaragoza, la del descenso, y también en el adiós al Real Madrid, engullido por un duelo mediático con Casillas. Ahora es un hombre pegado al teléfono móvil, convertido casi en un apéndice más de su cuerpo: habla, ve películas... Su mejor amigo en la caseta es Zigic. No es un líder, condición de Villa, Albelda y Marchena, pero le gusta crear ambientes positivos en el vestuario.
    "Cuando llega el final de la carrera hay jugadores que lo asumen y otros que se sobreponen y mejoran. Es el caso de César", explica Pako Aiestaran, preparador físico del Valencia. "A un jugador lo retiran tres cosas: la falta de ilusión, que le hace descuidarse; una lesión; o la pérdida de fuerza. César mantiene la ilusión". "Cuando uno se hace veterano", prosigue Aiestaran, "solicita mucho más de los preparadores. Y él ha encontrado la persona adecuada: Otxotorena [José Manuel, preparador de porteros del Valencia y de la selección]. Una referencia en conocimientos y capacidad que le ha hecho aprender aspectos de los que no se había percatado". "Ha mejorado el uno contra uno, tanto en la percepción como en cómo atacarlo", descifra Otxotorena, "y en las posiciones corporales en la portería y fuera de ella". Pero lo más importante, subraya Otxotorena, no es eso, sino la predisposición al trabajo constante, la autocrítica y la ilusión de "un crío de 20 años".