Paco Chaparro se pone de ejemplo ante los futuros entrenadores · El técnico cree que la perseverancia y la fe en uno mismo son claves para ser preparador
Miguel Lasida / Sevilla Actualizado 18.11.2008 - 05:02Las corbatas y las chaquetas dieron luego paso a las zapatillas y el balón. Las palabras encorsetadas dieron paso al verso suelto de Paco Chaparro, verdadero protagonista de la ceremonia de inauguración.
El entrenador bético avisaba desde el principio. "Señores, ser entrenador de Primera es muy complicado. Pero hay que soñar. Yo siempre quise ser entrenador de Primera. He cumplido este sueño. Pero no hay que dejar de soñar. Yo, si puedo, y me dejan, haré al Betis campeón".
El auditorio atendía sin parpadear. Enfrente había un fraile que había sido antes cocinero, pinche y lavavajillas. El magisterio de Chaparro proviene de una capacidad pedagógica que para sí la quisieran algunos catedráticos que se creen de postín. El historial del trianero es para sujetarse agarrado a la silla. En el ámbito académico y en el deportivo. Y en el mixto, dado los diez años que fue profesor de entrenadores.
"Nunca puede desesperarse uno", se dirigió Chaparro con un tono rayando lo exhortativo. "Si quieren progresar, hay que aprender primero. Pero antes hay que quererlo con pasión y luego soñarlo. Yo entreno ahora en Primera. Ahora me ha llegado el momento. Y lo he hecho cuando he sentido que estaba preparado. Y ahora sigo soñando. Mi próximo sueño es ser campeón con el Betis".
El repaso por el historial deportivo del técnico bético es como recitar la lista de los reyes godos o explicar con detalle el testamento de los Católicos. A cada poco soltaba una perla, unas veces susurrando, otras haciendo atronar los altavoces. "Cuento todo esto para que se preparen, para que aprendan para aprender a entrenar, no para simplemente aprobar".
No quería el entrenador desvelar secretos inconfesables. "¿Quedan periodistas?", inquirió cuando llegaba el turno de la confidencia. "Prefiero que me pregunten de cosas que tengan que ver con el fútbol en general, porque del Betis ni puedo ni debo". Sin embargo, como a ese bailarín al que se le van las piernas ante un son familiar, a Chaparro se le iba escapando algún que otro secreto.
"Cuando cogí al equipo la temporada pasada", contó Chaparro a colación de una pregunta centrada en el papel de la psicología en el fútbol, "nos encontramos a un equipo física y tácticamente hundido. Algo había que hacer. Me presenté uno a uno, un apretón de manos, y les transmití mi beticismo. Después ya vino lo del Resistiré, que no es una canción que me guste especialmente, pero que tiene un mensaje muy puro y apropiado a lo que le afectaba a la plantilla".
Chaparro ha hecho todo lo que ha estado de su mano para lograr ser entrenador de fútbol. Ha dirigido sin cobrar al Isla Cristina. Tampoco cobraban los jugadores. Pero ascendieron. "El mensaje es que, a veces, si quieres cumplir con tu sueño tienes que pasar por situaciones que no imaginas", advierte a una pléyade de futuros entrenadores de fútbol y fútbol sala.
A Chaparro se le iba acabando el tiempo, pero no las historias. Tuvo tiempo para hablar de los sistemas. ¿Priman éstos sobre los jugadores o viceversa? "De las dos formas se puede hacer. Mi ideal es jugar con un 4-3-3, pero como el Barcelona es difícil hacerlo. Este sistema requiere de más especialistas que el 4-4-2. Ahora bien, cuando se llega a una cierta experiencia y profesionalidad, un jugador puede jugar y cumplir casi desde todas las posiciones del campo. El entrenador tiene que ser capaz de sacarle el máximo provecho a cada futbolista en el puesto que más rinde".
El técnico trianero, que entrena al club de sus colores en su otoño vital, puede hablar con propiedad. "Hay que trabajar. Perseverar. Y soñar. No lo olviden". Una clase magistral.