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Analista Deportivo en Medios de Comunicación. Profesor de la Real Federación Andaluza de Fútbol. Analista Deportivo en Real Betis. Asesor Deportivo. Escritor del primer libro internacional sobre "Scouting Deportivo : Metogología, Scouting y Coaching" obra considerada el comienzo de la revolución del analista y del análisis como herramientas imprescindibles para profesionalizar el fútbol modesto. Colaboro con revistas especializadas, programas de radio... Para potenciar el #NetworkingSD fundé La Tertulia 10.

sábado, 21 de agosto de 2010

Bartra, recordando a Baresi

LA MASIA LAB DA SUS FRUTOS

 

Un central que empuja y tira el equipo hacia delante, conduce el balón con insultante seguridad y una capacidad técnica cautivadora.

Bartra es uno de los defensas más prometedores de la cantera del FC Barcelona
Bartra es uno de los defensas más prometedores de la cantera del FC Barcelona

Martí Perarnau
Resulta inevitable acordarse de Piqué cuando uno observa a Marc Bartra. El de Sant Jaume dels Domenys es, por encima de todo, un central con un abanico amplio de recursos futbolísticos. Se coloca de forma correcta, le gusta anticiparse e ir al corte sin desguarnecer su zona en exceso. Siempre tiene un ojo en la cobertura y se aplica con rigor para lanzar el fuera de juego. Sabe medir cuándo ser duro y contundente o cuándo limitarse a contener al rival y su altura le permite incorporarse con peligro en jugadas de estrategia. Destaca por su personalidad: tiene jerarquía y mando de la línea, determinación de responsabilidad defensiva y seguridad en sus posibilidades. No es un prodigio de velocidad o agilidad, pero cuesta desbordarle. Bartra es un defensa listo e intuitivo de aceleración discreta, como su velocidad punta, pero con suficiente pierna para evitar ser superado y con mucho margen de crecimiento muscular.

Es el prototipo de central purista y estético: destila finura con el balón en los pies y posee un desplazamiento correcto en largo, lee bien si ha de jugar en corto y cuándo volver a empezar a partir del portero. No retiene la pelota ni se aturulla en jugadas comprometidas: busca el espacio fácil y le gusta sorprender rompiendo líneas. Parece que hablamos de Piqué, pero aún está lejos de semejante paradigma. Le faltan dos años como mínimo de rodaje duro en Segunda para alcanzar las cotas de excelencia de su colega mayor. Todavía está por hacer en varias facetas y debe completar todos los atributos que se le perciben. Abusa en exceso de algunas aptitudes. Ha de aprender cuándo y para qué conducir el balón y medir mejor su atrevimiento. Asumir que su función principal es garantizar la seguridad del equipo por encima de todo y no recrearse en aspectos más vistosos como el pase vertical o el toque combinativo. Debe adquirir un tono de concentración más elevado que minimice riesgos y estar más atento a aspectos clave en el modelo de juego. Promete mucho y le vemos hechuras de Baresi, pero aún debe crecer como defensa, empequeñecer a los rivales y minarles su confianza.

Su temporada 2009-2010 en Segunda B fue prodigiosa. Llegó siendo juvenil y se hizo con la titularidad acompañando a Fontàs y enviando a Muniesa al lateral izquierdo. Prometía mucho desde tiempo atrás, cuando evolucionaba en cadetes y juveniles, pero no se esperaba semejante progresión por más que Guardiola le hiciera debutar en el último Gamper ante el Manchester City. Al principio, Luis Enrique no quiso correr demasiados riesgos, pero desde la jornada 6 hasta la 19 le dio la titularidad en el B, salvo cuando le llamaron para la selección.

Los espectadores del Mini se han acostumbrado a ver un central que empuja y tira el equipo hacia delante, conduce el balón con insultante seguridad y una capacidad técnica cautivadora. Tercer defensa más utilizado por Luis Enrique, sumó 2.487 minutos en el total liguero con 29 partidos disputados, 27 como titular. Y fue pieza decisiva en los play-off, acompañado por el ‘novato’ Sergi Gómez dadas las lesiones de Fontàs y Muniesa. El Europeo sub’19 le coronó como uno de los mejores centrales del continente y su exhibición en el doble pivote como mediocentro junto a Romeu frente a Portugal quedará en los anales del fútbol joven por la insolencia y seguridad mostrada por este chico al que, sin embargo, le falta año y medio de hervor para llegar al primer equipo. Necesita sumar 2.500 minutos en 25 o 30 partidos de Segunda, pulir carencias y enfrentarse a delanteros de colmillo retorcido. Ese será el marco ideal donde bañarse en humildad y ganarse el respeto profesional. Para madurar y hacerse hombre y central. Y después, a volar hacia la gloria.

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