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Analista Deportivo en Medios de Comunicación. Profesor de la Real Federación Andaluza de Fútbol. Analista Deportivo en Real Betis. Asesor Deportivo. Escritor del primer libro internacional sobre "Scouting Deportivo : Metogología, Scouting y Coaching" obra considerada el comienzo de la revolución del analista y del análisis como herramientas imprescindibles para profesionalizar el fútbol modesto. Colaboro con revistas especializadas, programas de radio... Para potenciar el #NetworkingSD fundé La Tertulia 10.

martes, 30 de diciembre de 2008

El Liverpool, la realidad y los prejuicios

La realidad suele tardar en vencer los prejuicios. Durante los últimos años el Liverpool se ha ganado fama de equipo extremadamente táctico, robotizado, defensivo por naturaleza y demasiado pendiente del control remoto de Benítez. Parte de estas críticas respondían a la verdad. El Liverpool no enamoraba. Algunos de sus problemas se manifestaban en la larga distancia de la Liga. No tenía el vuelo, ni la confianza, para asumir el liderazgo del fútbol inglés. Sobre el equipo pesaba otro lastre: el recuerdo del gran Liverpool de los años setenta y ochenta. El actual equipo sufría por comparación. Es el precio que pagan unos pocos clubes por su grandeza. El grado de exigencia sobre el Liverpool sólo encuentra comparación con el último Manchester United, obligado al éxito por dos decenios de continuas satisfacciones.

Sobre el Liverpool de Benitez pesa esta temporada el prejuicio de los ejercicios anteriores. Fabio Capello ha declarado en Italia que es el menos atractivo de los equipos ingleses en la Liga de Campeones. Como el canon futbolístico de Capello es tan sui generis, sus palabras no pueden tomarse como el metro patrón de la estética, pero sus manifestaciones se añaden a la corriente que desestima el juego de Liverpool. Sin embargo, la realidad es diferente. El Liverpool merece el liderato por resultados, juego y ambición.

Desde la llegada de Benítez, nunca ha jugado mejor. Ha atravesado por los mínimos problemas posibles y ha sido superior a todos sus grandes adversarios, incluidos los duelos directos con el Manchester United y el Chelsea. Sólo resbaló frente al disminuido Arsenal, pero sería injusto señalar los defectos leves frente al magnífico perfil del equipo. Sin abandonar su consistencia defensiva, el Liverpool ha regresado a las fuentes de los viejos reds. Juega al ataque a través de un sistema cada vez más elaborado de juego, con una alta posesión de la pelota y con un sistema que recuerda al de España en la Eurocopa. Es un equipo definitivamente atractivo.

Benítez ha actuado con gran inteligencia para rebajar el impacto de la lesión de Torres. Para un equipo que ha buscado desesperadamente un ariete en los últimos años, se suponía que la ausencia del delantero español tendría funestas consecuencias. No ha sido así. Benítez ha descubierto que cinco inteligentes centrocampistas y un honrado delantero pueden hacer maravillas. A través del dinamismo general y el certero movimiento de la pelota, el Liverpool confunde a sus rivales como lo hizo la selección en la Eurocopa. El asunto ha ido tan lejos que Benítez apenas necesita Robbie Keane, discreto delantero fichado por 25 millones de libras. Le basta con Kuyt.

Gran parte del éxito se debe a la nueva ubicación de Gerrard, cada día más cómodo en su papel de centrocampista libre, media punta o segundo delantero. La definición de su puesto es menos importante que su papel. Gerrard se expresa mejor que nunca cuando tiene espacio para correr, sorprender y rematar. Está más cerca de su plenitud cuando se siente un espíritu libre y no un futbolista sometido a las obligaciones tácticas. Por sus características, Gerrard se añade como mediocampista para asociarse y como el mejor delantero para cerrar los ataques. Para los equipos rivales es una pesadilla: no hay manera de detectarle. Cumple en el Liverpool el papel que habitualmente le toca a Cesç en la selección. La fórmula funciona.

Tan importante, o más, que la función de Gerrard es la autoritaria figura de Xabi Alonso en el medio campo. Se ha convertido en el centro de gravedad del equipo. Por primera vez no se siente abrumado por la meticulosa mentalidad de Benítez. Xabi Alonso juega con naturalidad, convicción y poderío. Mueve los hilos del equipo sin que nadie la discuta. Benítez, tampoco. Implícitamente ha reconocido el decisivo papel de Alonso. El técnico que tantas veces dio la nota con las rotaciones ahora apenas mueve a sus mejores jugadores. La alineación se puede recitar de memoria. El equipo lo agradece, especialmente en el medio campo, donde Alonso, Mascherano, Benayoun, Riera y Gerrard, más el joven Lucas Leiva, comienzan a jugar de memoria. A jugar muy bien, aunque el prejuicio permanezca. El Liverpool se ganó fama de equipo aburrido y ahora no lo es. Suele suceder en el fútbol: la realidad va por delante de los tópicos.

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